La vida contemplativa reflexiona sobre su influencia: “Debemos poner la mirada del corazón en lo esencial”

El coloquio 'Generar esperanza' ha sido organizado por la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada para mostrar "la voz profética y humilde de la vida contemplativa"

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Con el lema ‘Generar esperanza’, la Iglesia celebró el 4 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a la vida contemplativa. Este miércoles ha tenido lugar un coloquio que ha versado sobre esta jornada que se celebró hace escasos días. En el evento han participado el Padre Juan Manuel Apesteguía, la Hermana Patricia Noya y la Hermana Pilar Avellaneda, habiendo sido moderado por Irene Pozo, subdirectora de contenidos sociorreligiosos de ABSIDE MEDIA.

En el inicio del coloquio, cada uno de los participantes ha arrancado contando su propia experiencia vocacional. El abad del monasterio de San Salvador de Leyre en Navarra, Juan Manuel Apesteguía, ingresó con tan solo 17 años en el monasterio de Leyre. Toda una vida, 44 años, como consagrado al servicio de Dios y de la Iglesia en la vida monástica benedictina. Unos años donde ha ocupado varios cargos al servicio de la congregación y también de los hermanos, y donde ha ejercido durante 3 años como capellán agregado de la prisión de Pamplona. Explica que “para mi recién ordenado sacerdote fue tener el privilegio de ser testigo de cómo el Señor también actúa en las periferias, en casos difíciles y objetivamente calamitoso. Sin embargo, poder ser testigo de cómo Dios no deja a nadie y a todos acompaña y llama a su puerta, supuso un consolidar mi vocación presbiteral y también monacal. Doy gracias al Señor por tantos dones que nos ha dado a todos”.



Por su parte, la monja cisterciense de la Congregación de San Bernardo y que reside desde hace una década en el monasterio de Santa María de las Huelgas, Pilar Avellaneda Ruiz. Indica que “todo viene en ayuda del ‘estoy convencida’ y del ser humano que es relación. La psicología trata la conducta y la relación de la persona consigo misma y con los demás y la biblia nos habla de la relación de Dios con los hombres y en la historia, por eso todo viene en ayuda del crecimiento del ser humano. La psicología pone en el centro de toda la pasión por la humanidad. La biblia por su parte desciende a lo más profundo del ser humano, que es la sed de plenitud, donde la psicología no puede llegar. Ese es el amor gratuito y sanador de Dios, que acoge en su regazo a la humanidad”.

Por último, Patricia Noya Arrizabalaga, Carmelita Descalza en el monasterio de la Sagrada Familia de Hondarribia, en Guipúzcoa, buscaba desde muy pequeña respuestas a través de la armonía y la belleza. Expresa que “al final siempre la vida está compuesta de buenos momentos, pero sobre todo de procesos. Lo que es la experiencia del vacío se asemeja a una experiencia de insuficiencia. Eso ha sido mayor cuando he descubierto que ese vacío que hay dentro de todo ser humano tiene la forma de Cristo, tiene la forma de Dios. Hay algo que solamente él puede llenar y eso ha sido un descubrimiento progresivo. En ese primer momento no puedo utilizar otra palabra más que descubrimiento, es algo que te asusta, que te descoloca, que te asombra y es la irrupción de Dios en la propia vida y eso es algo tan increíble y tan extraordinario que es maravilloso”.

En relación a lo que tiene que decirle la vida contemplativa a la sociedad actual, Pilar Avellaneda explica que “desde nuestra pequeñez yo diría dos cosas fundamentales. Primero que es imposible crecer en humanidad acelerados. Necesitamos parar, escuchar, a nosotros y a los demás, a ser más respirable el mundo que habitamos, este mundo que está metido como en una centrifugadora deshumanizante. Necesitamos meter otro ritmo más lleno de crecimiento real. También hablamos siempre de momentos de gran oscuridad, de confusión y de tinieblas. Yo siempre digo que las tinieblas no se vencen con lucha, sino que se vencen encendiendo una luz y para mí esta figura es el mensaje que la vida contemplativa tiene que dar y que necesita el mundo escuchar, porque la luz que el mundo entero necesita y que nosotros hemos encontrado tiene un nombre y se llama Jesús de Nazaret. Esa es la única luz que es estable, que es potente, que es fiel y que es gratuita”.

“Poner la mirada del corazón en lo esencial”

De cara al futuro de la vida contemplativa, el Padre Juan Manuel incide en que "el gran reto es sobre todo, no asustarse, sino poner la mirada del corazón en lo esencial, que es el Señor. Potenciar nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios. Ese manantial de agua viva, y es que el agua se abre paso ella sola y sabe llegar hasta el mar a través de barrancos o de Montes. En cambio, cuando falta, el agua no sirve para nada. Si tenemos una vida espiritual potente en los monasterios, gente que dentro de su pobreza, busca sinceramente a Dios y tiene la esperanza de ser visitado y sostenido por él, eso mismo será la fuerza que nos dará creatividad, empuje y generosidad para ir resolviendo las dificultades que vayamos teniendo y tomar las decisiones que sean precisas tomar. El gran reto es agarrarse bien a Cristo y al Señor”.

Por su parte, Pilar Avellaneda afirma que “me gusta mirar el futuro con esperanza. Es muy bueno el tiempo que estamos pasando de estar acrisolados, porque van a ir cayendo las cosas que son paja y va a quedar en pie lo que es esencial, que son los valores permanentes vividos. Y el gran reto es cambiar la mentalidad. El reto es aceptar que somos una minoría, pero que realmente queremos ser una minoría creativa, ofreciendo los valores que son esenciales, porque son esos valores que no van a caer y que dan plenitud a la vida”.

“Vivamos la alegría de Jesucristo”

Por último, el obispo de Palencia y miembro de la Comisión episcopal para la Vida Consagrada, Manuel Herrero, dirigió unas palabras en la clausura del coloquio, donde ha explicado que “nuestra referencia es siempre Jesucristo. En él están cifradas todas nuestras fuentes y también toda nuestra esperanza. Jesucristo que se entrega y que en este misterio de la Eucaristía se hace pan para el camino y vino también para reforzar la alianza y llenar nuestra vida de alegría. Pan para el camino es lo que tiene ser la vida contemplativa. Primero la de interior, la de la propia comunidad, pero también para el exterior, para los demás que se acerquen al monasterio o para la Iglesia, en la cual estáis insertados o estamos todos insertados. Contribuir con nuestra entrega y con lo que somos y tenemos, para que los demás tengan vida y puedan caminar con esperanza, hacer la peregrinación confiados en Dios y confiando también en el ser humano. Por eso vuestra oración abierta al mundo entero y a sus vicisitudes es pan para los demás. Pero también tenemos que hacer vino para los demás. Reforzar los lazos de la alianza nueva y eterna con Cristo y también reforzar los lazos de la alianza dentro del monasterio con la comunidad y abiertos a todos los hombres. Hay que aportar la alegría, porque un santo triste es un triste santo, así que vivamos la alegría que tiene su fuente en Jesucristo”.

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