¿Tiene sentido la vida de una monja de clausura?

Sor María Rocío, clarisa del Monasterio Corpus Christi de Segovia explica que viven "para dar alabanza a Dios y para tender la mano al hombre de hoy"

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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“Las hermanas contemplativas estamos en medio del mundo, con los ojos y todo nuestros ser en el Cielo y los pies en la Tierra. Estamos para dar alabanza a Dios y para tender la mano al hombre de hoy”.

Así lo ha explicado la clarisa sor María Rocío, desde el monasterio Corpus Christi de Segovia, donde ha conversado con el equipo de la fundación DeClausura, a quienes agradecen “su cuidado y cariñño, por compartir con las hermanas lo que tenéis, por ser los ángeles de las hermanas contemplativas”.

Manifestar al mundo que Dios está en la debilidad

Ahondando en esta Jornada pro Orántibus, la religiosa admite que “son días que nos hacen profundizar más en la dimensión de Dios y de los demás”. La hermana relata como continúan las hermanas mayores del monasterio, que respecto a su estado de salud “siguen estables dentro de un orden. Somos poquitas pero aquí estamos luchando para que estén en su casa, en su convento, en su Sagrario, dando gloria a Dios y volviendo a manifestar al mundo que Dios está en la debilidad y no tanto en la riqueza, en el poder…”

Dios está en lo sencillo y en lo humilde, explica la hermana, “como el Espíritu Santo, en la brisa, en el agua, en el fuego… Él es el enamorador que nos enamora cada día. Nos apasiona solamente ser en Dios”.

Somos lámparas

La hermana habla del lema de la Jornada Pro Orantibus: “La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal”. “Nosotras somos almas orantes contemplativas; almas orantes en medio de la Iglesia, con los ojos del corazón y todo el ser en el Cielo pero con los pies en la Tierra. Estamos en medio de nuestro mundo, para dar alabanza a Dios y para tender la mano al hombre de hoy”.

Por eso asegura que “No tenemos nada. No somos nada. Incluso si una monja muere prácticamente nadie se entera. El mundo no cambia. ¡O sí! No lo sé. Dios sabe”.

Nuestra vida tiene sentido

Pero en un momento en el que se cierran conventos “porque se descarta todo y parece que estamos mejor si nos vamos a otro sitio con otras hermanas, es habitual que muchas hermanas mayores sufran”, lamenta.

Es cierto que las contemplativas hacemos profesión de pobreza, es cierto que no tenemos lugar, pero somos humanas y el corazón se desarrolla en una iglesia, en la diócesis, en el lugar al que Señor nos llamó siendo jóvenes. Hay hermanas que llevan 70 u 80 años en un mismo convento y lo aman. No es apego a unas paredes, es amor a un lugar con gente, con rostros…”, explica emocionada.

Por eso agradecen el cuidado” amoroso” a las almas contemplativas, “a las monjas de clausura, que nos hace cada día tener más consciencia de lo que somos en las manos de Dios”.

Tenemos presente

La hermana se pregunta si la vida contemplativa tiene futuro “o se está acabando”. Ante esto, responde rotunda: “No tenemos futuro, ni nos importa. Porque lo que tenemos es presente, presente en las manos de Dios”“.

“Nos pueden quitar todo el convento y las hermanas se pueden morir; pero nadie nos puede quitar a Dios. Dios nos tiene a nosotras. Eso es lo que somos. Somos una lamparita que quiere alumbrar al mundo”, subraya.

En este mundo de descarte “nosotras hacemos al mundo preguntarse por Dios. Porque cada vez que una persona se pregunta «qué pintan esas monjas ahí», en el fondo se están preguntando: ¿y eso? ¿y Dios? Y eso es bueno. Porque Dios es y existe”.

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