Tania y su hija llegan a final de mes gracias a la vivienda que les cede Cáritas

Cope habla con algunos de los 6 millones de hogares que sufren pobreza extrema y con los voluntarios de Cáritas que les ayudan

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La pandemia ha hecho que se sumen 2,5 millones de familias a la estadística de pobreza extrema que eleva hasta los 6 millones el número de hogares que no llegan final de mes ni siquiera para hacer la compra de alimentos. No pueden acceder a un empleo ni a una vivienda digna. De hecho, se ha duplicado el número de hogares que dependen de una persona que está desempleada desde hace más de un año y supera el 10% el de familias con todos los adultos desempleados. Todo ello lo recoge el informe Sociedad expulsada y derecho a ingresos. Análisis y perspectivas 2021, que lleva la firma de la Fundación Foessa.

Para evitarlo, desde Cáritas han puesto en marcha sistemas de apoyo e integración de estos parados como en el que colabora como voluntario Javier Urrecha.

Javier es uno de los 81.000 voluntarios que trabajan con las entidades de acción social de la Iglesia católica y él lo hace en el Servicio de Empleo de Cáritas. Se jubiló hace poco y confiesa en COPE que “ahora es el momento de devolver un poco de los mucho que he recibido en la vida. Conocí Cáritas Madrid y decidí acercarme para echar una mano”.

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Javier colabora en las empresas de inserción laboral de Cáritas Madrid y su trabajo se centra en la gestión de estas empresas que buscan trabajo para las personas vulnerables. “Les ayudamos a que sean capaces de reincorporarse al mundo laboral, enseñándoles a trabajar trabajando”.

Es el objetivo de estas empresas que abarcan un abanico amplio de sectores desde el textil, la manipulación de alimentos o el servicio doméstico. El objetivo es que sirva para reducir esa cifra de población con grandes problemas para llegar a fin de mes que, según el informe de la Fundación Foessa, creció casi un 30% en 2020, siendo este aumento casi el doble en los retrasos en pagos relacionados con la vivienda.

Las empresas tienen que funcionar en el mercado como cualquier otra y lo que perseguimos es que sean capaces de crecer de forma sostenible”, explica este voluntario de Cáritas en COPE, y por eso, cuantas más plazas de trabajo ofrezcamos y más oportunidades de futuro tengan, pues mejor. Aprovecho la experiencia de mis años de trabajo para ponerlo al servicio de estas empresas y poquito a poquito cada vez conseguimos que más gente entre en el servicio de reinserción y que se puedan colocar en cualquier otra empresa”.

Javier reconoce que “cuando algunos de los beneficiarios de esta ayuda consiguen empleo siento una enorme satisfacción, aunque yo solo arrimo el hombro como uno más. Es un trabajo muy duro y complicado para que este esfuerzo de su fruto”.

FAMILIAS DE INMIGRANTES CON HIJOS

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Aunque la salida de la crisis sanitaria avanza gracias a un proceso de vacunación avanzado, no podemos vislumbrar todavía la salida de la crisis social y económica que ha traído consigo. Es una de las conclusiones del Informe “Sociedad expulsada y derecho a ingresos. Análisis y perspectivas 2021”, en el que se pone también de manifiesto que “la población de origen inmigrante viaja en el último vagón: las tasas de exclusión entre las personas con nacionalidad extracomunitaria (54,2%) triplican las registradas entre la población de origen español (15,1%). Una dinámica que es aún más marcada si atendemos a la exclusión severa, una realidad que afecta a una de cada tres personas con nacionalidad extracomunitaria (33,1%) y que multiplica por cinco la tasa de exclusión severa entre la población de origen español (6,6%).

Una de esas personas excluidas en nuestro país en Tania, una economista ucraniana que llego a España con su hija en 2.017. La pequeña Anastasia solo tenía 6 años y ninguna de las dos hablaba nada de español. Los comienzos en nuestro país fueron muy difíciles mientras Tania buscaba trabajo y Anastasia intentaba integrarse en el colegio sin entender lo que decían profesores o sus compañeros de clase.

Han pasado ya cuatro años y Tania reconoce en COPE que su situación laboral y legal no ha cambiado porque ninguna de las familias en las que ha trabajado como cuidadora de niños, de mayores o en la limpieza han podido regularizar su situación. “En esta situación irregular es muy difícil alquilar cualquier piso. Por suerte, al pedir ayuda a Cáritas nos han propuesto vivir temporalmente en una casa compartida que desde la parroquia de San Leopoldo nos han ofrecido en el barrio de La Latina, en Madrid. Ahora vivimos con dos familias más que también están en situación complicada”, nos explica Tania.

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