"Se sienten útiles, personas que valen por ellos mismos": el colegio de Écija que enseña a vivir solos a alumnos con necesidades especiales

El centro SAFA de Écija ha convertido un aula en un apartamento para que jóvenes con diversidad funcional aprendan las tareas del hogar y ganen independencia

El colegio de Écija que enseña a vivir solos a alumnos con necesidades especiales

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Redacción Religión

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La preocupación de muchas familias con hijos con necesidades especiales sobre su futuro, resumida en la pregunta '¿qué pasará con él cuando yo no esté?', ha encontrado una respuesta innovadora en Écija (Sevilla). El colegio SAFA Écija ha puesto en marcha 'el pisito', una iniciativa que transforma un aula en un apartamento simulado para enseñar autonomía y habilidades para la vida adulta a sus alumnos con diversidad funcional. María Dolores Ruiz, directora del centro, y Maite Sales Leiva, coordinadora del departamento de orientación, han explicado los detalles en el programa 'Ecclesia al dia' de TRECE.

Aprender haciendo para la vida real

El proyecto, que surgió hace varios años y se ha ido perfeccionando hasta inaugurar 'el pisito' este curso, tiene un objetivo claro: prepararlos para la vida. “Lo que se pretendía era que ellos aprendieran haciendo”, ha explicado la directora del centro. Dentro de este espacio, los alumnos no solo aprenden a hacer la cama, lavar o planchar; el programa abarca tareas como hacer la compra, gestionar el dinero, cocinar, doblar la ropa y, en general, organizar una casa.

El colegio de Écija que enseña a vivir solos a alumnos con necesidades especiales

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Un impulso a la autoestima y la madurez

El trabajo se adapta a las necesidades de cada uno, ya que en el programa participan entre 12 y 20 alumnos con perfiles diversos, como trastorno del espectro autista (TEA) o discapacidades leves. Se fomenta el aprendizaje colaborativo, donde los alumnos más avanzados “sirven de monitores para aquellos que les cuesta un poquito más”, ha detallado Maite Sales. Esta autonomía, según la coordinadora, impacta directamente en su bienestar: “así ellos se sienten útiles, se sienten personas que se valen por ellos mismos”.

La reacción de las familias ha sido uno de los aspectos más ricos del programa. La satisfacción es enorme, hasta el punto de la incredulidad, tal como relata la coordinadora: “Es que si no lo vemos, no creemos que nuestros hijos estén realizando esas tareas”, confiesan algunos padres tras ver los vídeos que graban las profesoras. Ver que son capaces en el colegio provoca que les resulte “más fácil llevarlo a la práctica en su vida diaria”.

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Un modelo que traspasa el aula

Este crecimiento personal se traslada también al ámbito académico, ya que al sentirse más valiosos mejora su actitud en otras asignaturas. Además, la convivencia en 'el pisito' se convierte en un campo de entrenamiento para la gestión de emociones y la resolución de conflictos. “Ellos mismos se van autorregulando”, afirman desde el centro, donde conviven y se ayudan alumnos de distintas edades, consiguiendo que “todos son iguales”.

La iniciativa no solo transforma a los alumnos, sino que lanza un potente mensaje social: las personas con discapacidad pueden aportar a la sociedad como cualquier otra. El objetivo, según la directora, es que “ellos sean conscientes de que realmente pueden”. El éxito es tal que antiguos alumnos ya graduados continúan vinculados como voluntarios, ayudando a los nuevos y aplicando lo aprendido en otras áreas como el comedor escolar.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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