El Santo Rostro, presente en la nueva imagen corporativa de la diócesis de Jaén

Se trata de "un diseño actual, moderno y dinámico será a partir de ahora el que se incluya en toda identidad corporativa de la diócesis del Santo Reino

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La diócesis de Jaén contará, a partir de ahora, con un logotipo que está representado por un diseño del Santo Rostro, el símbolo más emblemático de la Iglesia de Jaén. Desde la propia diócesis explican que se trata de "un diseño actual, moderno y dinámico será a partir de ahora el que se incluya en toda identidad corporativa de la diócesis del Santo Reino".

Este nuevo logo ha sido diseñado por Virginia Alcántara. Tal y como detalla el comunicado de la presetación, "la autora ha querido que la institución más antigua de Jaén tenga un logotipo que transmita solemnidad y autoridad, pero que a la vez que se adapte a los nuevos tiempos, con un aire de originalidad, versatilidad y que ofrezca una imagen corporativa homogénea de la diócesis".



Este nuevo logo será a partir de ahora el que se utilice tanto para la página web, Redes Sociales… A este logo se le sumará, pronto, un escudo, que en la misma línea de diseño que el logotipo, será el que se utilice para los documentos oficiales de la Iglesia de Jaén.

El Santo Rostro

Los primeros datosciertos de la presencia del Santo Rostro en Jaén se remontan al s. XIV. Muchos investigadores enlazan las primeras referencias al Santo Rostro con el pontificado de Nicolás de Biedma. Este prelado ocupó la sede de Jaén en dos períodos: 1368-1378 y 1381-1383. Podría haber sido Nicolás quien trajese a Jaén la Verónica, como es llamada la reliquia en los documentos de la época. Frente a esta posible presunción, existe un dato desconcertante: cuando Nicolás hace testamento, declara heredera universal de sus bienes a la fábrica de la catedral, que él había empezado a construir para sustituir a la mezquita convertida en primer templo, pero en el texto testamentario no hace referencia alguna a tan preciada reliquia, que siempre ha recibido la veneración de los fieles en la catedral. Sí hay constancia, sin embargo, de que la Verónica se guardaba en el sagrario de la iglesia mayor, y sólo era mostrada a los fieles en dos ocasiones: el Viernes Santo y el día de la Asunción, titular del primer templo diocesano, y con ella se bendecían los campos de Jaén desde los balcones de la catedral.

Para evitar los notables inconvenientes que se derivaban de la tumultuosa afluencia de fieles, que competían por besar y tocar la venerada reliquia, el obispo Rodrigo Marín Rubio costeó de su propio peculio, en 1731, un precioso relicario, realizado por el afamado orfebre cordobés, Francisco José Valderrama, que fue completado por el lazo de que la Duquesa de Montemar donó en 1823. Ese lazo, desaparecido en los aciagos días de agosto de 1936, fue sustituido por otro, al final de la Guerra Civil, cuando el Santo Rostro fue encontrado en un garage de las cercanías de París y devuelto a Jaén, en 1940. Ese lazo es una sugerente metáfora de la unión, de la vinculación del rostro de Cristo con el pueblo cristiano de Jaén, que nada ni nadie puede romper, porque en el semblante del Salvador que se custodia en ese armónico relicario renacentista que es nuestra Catedral, los hombres y mujeres de esta tierra, del Santo Reino, palpan, generación tras generación, la cercanía de la misericordia infinita de Dios.

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