La Pastoral Penitenciaria responde a los desafíos de la pandemia: "Los presos han visto una Iglesia cercana"

Algunas capellanías han enviado ayudas litúrgicas a los reclusos para que puedan vivir la celebración de la misa a distancia

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Los próximos 9 y 10 de marzo de 2021 se celebran las Jornadas de Capellanes de Prisiones y Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria. Este año, bajo el lema “Desafíos de la pandemia a la pastoral penitenciaria”.

El evento está organizado por Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española (CEC) y será inaugurado por monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid y responsable del sector, que reflexionará sobre el tema "“La Pandemia y sus desafíos para la vida cristiana y la pastoral penitenciaria “.

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A continuación, se celebrará una mesa redonda titulada "Compromiso pastoral durante la pandemia", en la que participarán varios capellanes y voluntarios. El día siguiente se dedicará a la cuestión de los "Derechos limitados en tiempos de pandemia", y a un intercambio de información y experiencias vividas en los últimos meses por varios responsables pastorales. La reunión de marzo servirá también para preparar otras dos citas de la Pastoral Penitenciaria: la "Semana" especial prevista en todas las parroquias españolas del 17 al 24 de septiembre, así como el décimo "Congreso Nacional" del sector, previsto en Madrid del 15 al 17 de octubre.

Hasta la fecha, en España, la Covid-19 ha causado más de 3 millones de infecciones y más de 64 mil muertes. Por ello, el cierre establecido por las autoridades ha impuesto, ya en los últimos meses, el cierre de las prisiones a personas ajenas a ellas, salvo a los agentes de custodia y al personal sanitario. En consecuencia, se suspendieron todas las entrevistas personales de los detenidos con sus familiares, y sólo se les permitió hablar con sus seres queridos por teléfono o por carta.

También se revocó la entrada de paquetes desde el exterior y se redujeron los talleres de producción y la enseñanza para los reclusos.También se interrumpieron las celebraciones religiosas, ya que se prohibió el acceso a los capellanes de la prisión. Las medidas restrictivas funcionaron: se registraron pocos contagios entre los barrotes de una decena de prisiones, mientras que el 85% de ellas estaban libres de Covid, con lo que la tasa de mortalidad en las prisiones fue diez puntos inferiores a la de la población general.

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Sin embargo, el encierro ha creado un gran malestar y dificultad para las personas que están entre rejas, como atestigua el padre Florencio Roselló Avellanas, sacerdote mercedario y miembro de la Pastoral Penitenciaria Española: "Ha sido una cuestión de duras decisiones -dijo- porque la familia es el bálsamo que calma la vida entre rejas; es el motor que alimenta la esperanza", al igual que las celebraciones religiosas "constituyen un soplo de aire fresco" para quienes viven en prisión. A pesar de ello, la Iglesia no ha perdido el ánimo, sino que se ha "reinventado con creatividad", sin dejar de "asistir a los presos y a sus familias".

Algunas capellanías, por ejemplo, "han fabricado unas 20.000 máscaras y 100 escudos protectores para los presos y los guardias"; otras "han abierto direcciones de correo electrónico a las que se podían enviar mensajes de apoyo y solidaridad para los presos"; y otras han prestado "ayuda económica a los presos más pobres e indigentes", privados del apoyo de sus familias.

Por último, algunas capellanías han enviado ayudas litúrgicas a los presos para que puedan vivir la celebración de la misa a distancia, a través de televisiones autorizadas. Por eso, en tiempos de pandemia, concluyó el padre Avellanas, "los presos han percibido a la Iglesia como cercana, incluso desde fuera", porque ella "ha acompañado a sus familias y ha luchado por sus sueños". La esperanza, ahora, es que "esta experiencia lleve a un mayor compromiso con las prisiones y con las personas que están encerradas allí".

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