El pasado futbolero del obispo de Córdoba: "Un portero sosegado, casi mágico tenerle en el vestuario"

Jesús Fernández, el nuevo obispo de Córdoba fue uno de los últimos obispos nombrados por el Papa Francisco, tomó posesión de su cargo el pasado 24 de mayo, el mismo día que el club de su vida, la Cultural Leonesa, trataba de ascender a la Segunda división, en un duelo que han mantenido durante toda la temporada contra su eterno rival, la Ponferradina. Pero no nos adelantemos con su pasión futbolera, empecemos por el principio.

Una vida que conjuga la cruz y el balón

Jesús nació en el año 1955 en un pequeño pueblo de León llamado Selga de Ordás. Es una de esas localidades afectadas por la despoblación que, 70 años más tarde ha visto como sus habitantes ya no son ni la décima parte de los que eran, apenas hay 15 personas censadas en el pueblo. Su familia se trasladó a Gijón cuando él era un niño, una ciudad muy futbolera y, ya en esos años, empezó a forjar sus dos grandes pasiones, Dios y las porterías. 

Mientras paraba balones como portero en las categorías inferiores de la Cultural, Jesús estudiaba en el seminario de León para ser cura. El día esperado llegó el 29 de junio del año 1980 y se ordenó sacerdote con 25 años. Cualquiera diría que, siendo ya cura, renunciaría a su carrera futbolística, pero aun siguió haciendo sus pinitos, hasta que, después de tres temporadas en Regional Preferente protegiendo la portería del Atlético San Francisco, un equipo leonés ya desaparecido, decidió retirarse.

El que fue su entrenador durante esa etapa, Froilán Guerrero destaca de él varias virtudes que son muy positivas tanto para el futbolista como para el obispo: "tiene sosiego, prudencia, humildad, humanidad y muchas más". El entrenador aseguraba que tenerle en el vestuario fue algo "casi mágico", que les aportó muchos valores como equipo.

Eligió el hábito antes que los guantes

Compaginar ambas profesiones no fue nada fácil, Jesús Fernández siempre sintió que la vocación sacerdotal era más fuerte que la futbolística, pero no quería dejar de hacer algo que también le encantaba, si podía compaginarlo. Un día, el nuncio vaticano visitó León y el seminario donde él impartía clases, como Jesús Fernández tenía partido, no pudo asistir. Perderse ese encuentro le dio mucha rabia y fue el punto de inflexión para que se decidiera por quitarse los guantes y dedicarse por completo al hábito.

 A partir de ahí fue obispo auxiliar de Santiago de Compostela, obispo de Astorga y, desde hace unos días, obispo de Córdoba. Siempre con un ojo sobre su Cultural Leonesa, un equipo al que, además, ha estado unido durante 15 años como capellán oficial y, posteriormente, mostrándose disponible para cualquier tipo de ayuda que necesitaran, como cuando en 2023 les gestionó la asistencia a una de las audiencias que realizaba el Papa Francisco.

Un final feliz

Detrás de esa gestión había una esperanza de que la visita al Papa hiciera que los jugadores estuvieran bendecidos para afrontar la lucha por el ascenso. Sin embargo, ese año no hubo suerte y el equipo siguió con su particular travesía por el desierto en la tercera categoría del fútbol español en la que han estado los últimos siete años. 

Quizás Dios quería esperar a otro evento más significativo, porque, como hablábamos al principio, el pasado 24 de mayo, mientras Jesús Fernández González tomaba posesión como obispo de Córdoba en la majestuosa mezquita-catedral, a 700 kilómetros de distancia, en el estadio Reino de León, la "Cultu" empataba a uno contra el Andorra y certificaba que la temporada que viene estará en Segunda División.