Oraciones por el Día Internacional de la Tierra

Oraciones por el Día Internacional de la Tierra
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
La tierra es el único planeta en el que puede existir vida humana, por tanto la tierra es nuestro único hogar, un hogar que no tiene límites, su inmenso cielo cubre a una humanidad que supera los 7000 millones de habitantes, su extenso suelo es capaz de sostenernos continuamente, el aire que respiramos nos vincula a millones de plantas microscópicas que habitan en el mar y en la tierra, la energía solar que recibimos continuamente es vital para nuestra existencia, nuestra Casa Común se parece a una madre que recibe en su seno a todos sus hijos, se asimila a un padre que está permanentemente engendrando vida, y puede ser nuestra hermana mayor de quien aprender y adquirir su sabiduría.
El don de la Creación es un designio de Dios para todas las personas, y la respuesta a este don es su protección, con la convicción de buscar y ejecutar en comunidad soluciones para la consecución de una vida justa, digna y equitativa para todos.
Desde el Área de Justicia y Solidaridad de la CONFER y la Comisión Interfranciscana de Justicia, Paz e Integridad de la Creación, han elaborado dos oraciones con motivo de la celebración de este día.
No hay que pensar el aire
para que se filtre
al último rincón de los pulmones,
ni hay que imaginar la aurora
para que decore el nuevo día
jugando con los colores y las sombras.
No hay que dar órdenes
al corazón tan fiel,
ni a las células sin nombre
para que luchen por la vida
hasta el último aliento.
No hay que amenazar
a los pájaros para que canten
ni vigilar a los trigales
para que crezcan,
ni espiar la semilla de arroz
para que se transforme
n el secreto de la tierra.
En dosis exacta
de luz y de color,
de canto y de silencio,
nos llega la vida sin notarlo,
don incesantemente tuyo,
trabajador sin sábado,
Dios discreto.
Para que tu infinitud
no nos espante,
te regalas en el
don en que te escondes.
(Benjamín González V.)
Oración por nuestra tierra (Incluida en la Encíclica "Laudato Sí")
Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza.
Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.