Omella, a los cofrades en León: “Dios no nos quiere 'llaneros solitarios', quiere que vivamos en comunidad"

El cardenal participa en el 33 Encuentro Nacional de Cofradías que se celebra en León: "Un cofrade toca el tambor o lleva un paso porque en el fondo de su corazón tiene fe"

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“Estoy aquí porque quiero abriros mi corazón y contaros cómo veo yo a los cofrades y cómo deberían ser en este siglo XXI, teniendo en cuenta el encargo que nos ha hecho el Papa Francisco de ser una Iglesia en salida, evangelizadora y apostólica”, ha expresado al comienzo de su ponencia marco, el cardenal Juan José Omella, en el 33 Encuentro Nacional de Cofradías que se celebra en León hasta el domingo 25.

Con la fuerza y simpatía que le caracterizan, el arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, ha indicado que está convencido de que “un cofrade no va a la procesión únicamente porque le gusta vestir una túnica, cargar un paso o tocar el tambor. En el fondo de su corazón hay algo más, aunque, a veces, no sepa expresarlo con palabras”.

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Entonces, la pregunta surgió: ¿Quién es un cofrade? “Alguien que ha sentido el gusanillo de la fe dentro de su corazón. Es alguien que ha sentido que Cristo es maravilloso y quiere darle las gracias por todo lo que le ha concedido. Un cofrade toca el tambor o lleva el paso porque, en el fondo de su corazón, tiene fe, ama a Jesucristo. Siguiendo a Hemingway, nos podríamos preguntar: ¿por quién redoblan los tambores? Y la pregunta que os hago es: ¿vosotros, por quién procesionáis? ¿por quién os habéis hecho cofrades? La respuesta seguro que no es otra que por Cristo”.

¿No vivimos demasiado encerrados en nosotros mismos sin disfrutar de todo lo que Dios nos ha regalado?

El cardenal Omella puso sobre la mesa preguntas sin respuesta para hacer reflexionar al público: “¿No vivimos demasiado encerrados en nosotros mismos sin disfrutar, sin gozar, de todo lo que Dios nos ha regalado? ¿No nos ahoga este aire que respiramos, aire tecnológico, materialista, sensual... que nos impide mirar hacia el otro con una mirada pura, que nos impide mirar hacia el cielo, hacia lo trascendente (que está en el hondón de nuestra vida y de nuestra historia)? ¿No nos choca, por contraste, en este mundo tan desarrollado, globalizado y lleno de ruidos, la paz, la alegría y la libertad interior de los monjes y monjas contemplativos? ¿Qué han descubierto, qué han encontrado, esos contemplativos que son capaces de transmitir gran paz y gozo profundo?”.

Su ponencia giró sobre la necesidad del cofrade de dar gracias a Dios por el don de la vida, el don de la Iglesia y por el envío misionero. “Hermano que me escuchas: ¿crees de verdad, sin dudarlos, que Dios te ama tal cual eres? ¿Crees que no te abandona y que no te abandonará nunca? ¿Te fías absolutamente de Él?”, ha preguntado, recordando que san Francisco de Asís vivió ese amor: “Un amor que le hace superar todas las pruebas y renuncias sin perder la alegría ni la paz”.

Sobre el don de la Iglesia, ha indicado que “Dios no nos quiere 'llaneros solitarios´, quiere que vivamos nuestra fe, nuestra experiencia religiosa, en una comunidad: y esa comunidad es la parroquia, la comunidad religiosa o el movimiento apostólico al que uno pertenece... No podemos seguir diciendo: Jesucristo, sí; Iglesia, no”.

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"Las procesiones de Semana Santa acaban todas en el Domingo de Resurrección"

Por último, el cardenal ha recordado que los cofrades no son acompañantes de una procesión que acaba en un sepulcro: “Las procesiones de Semana Santa acaban todas en el Domingo de Resurrección. Os felicito porque asistís, cada vez en mayor número, a las celebraciones litúrgicas del Jueves Santo y del Viernes Santo. Pero no dejéis de asistir a las celebraciones del día de Pascua: la gran Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección. Es la Resurrección la que da sentido a nuestra vida de cofrades y de creyentes. Porque si Cristo no hubiese resucitado sería vana nuestra fe”.

Ha terminado su ponencia dirigiéndose a todos los cofrades: “No tengamos miedo de dar testimonio de Cristo”. “Seamos Iglesia en salida, como dice el papa Francisco. La gente tiene hambre y sed de Dios, aunque no lo digan o no sepan expresarlo”, ha expresado.

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