Isabel y Jonathan desvelan los desprecios sufridos por su trastorno mental: "Algunos me retiraron la palabra"

El estigma es uno de los enemigos a los que se enfrentan los enfermos de salud mental. Jonathan ha logrado sobreponerse a ellos, mientras Isabel lo recuerda con angustia

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A lo largo de su vida, Jonathan conoce bien lo que es sufrir estigma social como consecuencia de sus problemas de salud mental. Su trastorno límite de personalidad que le ha acarreado problemas con su entorno, y le llevó hace siete años a ingresar en el centro psiquiátrico de la Orden San Juan de Dios en Ciempozuelos. Un periodo de tiempo en el que asegura haber avanzado a través de las terapias y la orientación de los profesionales.

A sus 26 años, tiene ante él un futuro esperanzador. Le gustaría ser mecánico de coches y vivir con su pareja, que también es paciente del centro. Uno de sus enemigos una vez abandone el centro será, sin duda, ese porcentaje de la sociedad, cada vez menor, que aún mira con recelo a las personas que padecen o han padecido problemas de salud mental.

Le ha llevado tiempo, pero Jonathan asegura en ECCLESIA haber superado el “qué dirán” o los desprecios que pueda sufrir: “

Un periodo en el que ha asumido su trastorno y está poniendo los medios para salir adelante. Pero a veces se ha encontrado con la incomprensión de muchos que todavía discriminan a estas personas que sufren problemas de salud mental. Pero Jonathan ha aprendido a abstraerse de estos comentarios.

“Hay gente que te dice... 'ese está loco'. Antes me afectaba, pero si ahora me dicen 'estás loco' yo les contesto 'pues tu gilipollas'. Ya ni les contesto. Antes les respondía, ahora me dicen algo y digo... 'que digan lo que quieran”, ha expresado.

Y es que como ha agregado Jonathan, opta por morderse la lengua ante estos insultos, ya que encararse con quien provoca implicaría para él un castigo del centro: “No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Prefiero no hacerle caso que contestarle, quitarme yo los fines de semana y empezar de nuevo”, ha remarcado.

Isabel: "Ha habido algún vecino que me ha retirado la palabra"

Por su parte Isabel, de 61 años, también ha sufrido el desprecio de su entorno desde que, con 26 años, padezca cuadros ansioso-depresivos. Por ello, asegura que hoy en día el estigma sigue muy presente en nuestra sociedad hacia personas con trastornos mentales: “Ha habido algún vecino que me ha retirado la palabra, y cosas así”, ha relatado en ECCLESIA.

Una incomprensión que también vivió en su puesto de trabajo en la Justicia. De hecho, ha confesado que llegó a odiar el Derecho (licenciatura que estudió) por la mala relación que mantenía con sus compañeros: “El trabajo de Derecho no me ayudó. Por el trabajo he tenido más depresiones. Sentía rechazo. Tuve mala suerte y me tocó una vez un juzgado en el que los funcionarios eran astilleros, mayores de cincuenta años. Llegué a odiar el Derecho. Quizás porque yo era más idealista entonces”, ha manifestado.

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