¿Se están recuperando las parroquias del déficit de aportaciones de los fieles como consecuencia de la covid?

La Conferencia Episcopal Española ha alertado que los fondos del cepillo han menguado de manera considerable, dejando a muchas parroquias en una situación precaria

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La pandemia del coronavirus ha alterado nuestro día a día hasta límites inimaginables y en cuestiones, algunos casos, en las que no caemos en la cuenta. Es el caso de algo tan arraigado a nosotros como el cepillo de las misas en las iglesias, por la cual los fieles puedan hacer sus donativos. Pero primero el confinamiento domiciliario, luego las limitaciones de aforo en los templos y actualmente la segunda ola de la pandemia, ha hecho que las aportaciones no terminen de recuperarse, dejando a muchas parroquias en situación precaria. La CEE no es ajeno a ello, y en la Asamblea Plenaria han tratado este martes los efectos de la covid-19 en el seno eclesial.

Durante los meses del Estado de Alarma, la mayor parte de las parroquias pemanecieron cerradas y comprobaron cómo sus ingresos menguaban considerablemente. A partir del mes de mayo, los feligreses volvían al templo y, de forma paralela, la CEE ofreció algunas recomendaciones de funcionamiento durante el periodo de desescalada y la entrada en la "nueva normalidad".

Entre dichas recomendaciones, estaba que el cestillo de la colecta no se pasara durante el ofertorio, sino a la salida de la misa, cumpliendo siempre los criterios de seguridad señalados. A partir de ese momento cada diócesis eligió hacer algunas recomendaciones sobre el gesto del cestillo de la colecta.

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Los testimonios de los párrocos en Valencia y Castellón

Aleluya ha podido hablar con algunos párrocos de diferentes zonas de España, que han relatado de qué manera están llevando esta práctica tan antigua y a la vez tan importante.

Luis, párroco en la Archidiócesis de Valencia, nos ha explicado que “ya durante los meses del Estado de Alarma hemos querido lanzar varias campañas para ayudar a Cáritas a través de transferencias”. Cuando llegó la nueva normalidad, siguieron las instrucciones de la CEE y “el cepillo se recogía al final de la misa a través de los voluntarios que se situaban a la salida del templo”.

Cuando ya se llegó a la nueva normalidad la Archidiócesis recomendó pasar el cestillo con una persona, siempre utilizando la mascarilla y guardando la distancia. “Pensé que la cosa más fácil era ponerle un palo al cestillo para que la gente no tuviera contacto cercano”, añade Luis que, además, ha habilitado un cepillo electrónico a la salida de la parroquia. “Cada vez hay menos dinero en metálico y hemos pensado que podria ser útil tener un dispositivo para las tarjetas”.

Luis ha hecho referencia también a la campaña de la CEE, “Dono a mi Iglesia”: “Creo que está funcionando muy bien porque es muy fácil de entender, eliges la parroquia y con muy pocos pasos haces la transferencia”.

En la parroquia de San Pedro, en el Grao de Castellón, el párroco Albert ha querido compartir algunas reflexiones con 'Aleluya': “Durante los meses del Estado de Alarma obviamente el templo estaba cerrado, pero gracias a las suscripciones de los feligreses hemos podido sobrevivir”. También en Castellón la campaña “Dono mi Iglesia” ha ayudado al templo.

“Cuando volvimos a tener fieles en los templos, decidimos instalar una caja con una bolsa al final de la iglesia para que los fieles pudieran depositar un donativo, pero la gente no se había acostumbrado y algunas veces tenia la bolsa vacía” añade Albert. Cuando ya pasaron a la “nueva normalidad” pudimos volver a pasar la bolsa: “He decidido que sea siempre la misma persona quien lo haga, obviamente con mascarilla. Cada vez que vaciamos la cesta la desinfectamos”.

“Hay que empezar a pensar a varios modos de tener ingresos en las parroquias y por eso la campaña de la CEE me pareció un éxito” subraya Albert.

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El testimonio de Javier, párroco en dos pueblos en la Sierra de Jerez de la Frontera

En dos municipios muy pequeños de Andalucía, Zahara de la Sierra y El Gastor, el párroco Javier nos comenta que “las directrices desde el obispado fue que lo importante era guardar la distancia y por eso decidimos poner la cesta al final de la iglesia para que los asistentes depositara el dinero”. En sus dos parroquias, afirma Javier, “se puede guardar perfectamente la distancia y por eso decidimos volver a pasar la cesta con una persona con mascarilla. Lo que sí era importante era que pasase por el borde para guardar la distancia”.

También en estos dos pueblos la gente empezó a hacer transferencias para ayudar a la parroquia, pero “la bajada de los ingresos se ha notado muchísimo y la pandemia ha sido la principal causa”, explica el sacerdote.

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La situación en Madrid

En Madrid, Aleluya ha podido contactar con tres párrocos. Todos coinciden en que la pandemia ha dejado una bajada de ingresos considerable.

Juanro, cura de la parroquia Santa María de la Fe, nos ha revelado que “la suscripción nos ha ayudado a seguir adelante pero, aún así, la bajada se ha notado. Ha habido alguna baja y la Archidiócesis de Madrid decidió que se podía poner una cesta a la salida del templo para dejar el dinero”.

José Manuel, párroco en San Federico, hizo un llamamiento a la responsabilidad a la comunidad parroquial durante los meses del Estado de Alarma. “No es solamente una cuestión económica, sino una promoción de nuevos caminos sobre todo desde un punto de vista social, viendo las situaciones de dificultad en nuestro barrio” subraya José Manuel.

Además, “he pedido mayor implicación en la comunidad para ayudar materialmente a sostener esos cauces de solidaridad y para sostener la marcha normal de la parroquia” añade el sacerdote que ha visto cómo los feligreses se han comprometido a este llamamiento. “Ha habido nuevas suscripciones y donativos puntuales”.

Sobre la práctica del cestillo nos dice que “hemos cambiado la cesta con un palo para que no tenga contacto con la persona y van todos con mascarillas. Además, desinfectamos la cesta cuando la vaciamos”.

Por último, el Padre Julián, párroco en Nuestra Señora de la Vega, nos ha contado que “aquí las entradas más fuertes suelen ser por la colecta del domingo y obviamente los ingresos han ido bajando. Alguna persona ha venido a preguntarme el número de cuenta para ayudar a la parroquia y lo publicamos en las redes sociales”. Julián recuerda una fecha, la del 25 de mayo, “cuando ya pude celebrar la misa con los feligreses y quise hacer un llamamiento. La gente respondió bastante bien e hicieron muchos donativos tanto para la parroquia como para Caritas”.

Sobre el cesto, Julián decidió que el momento perfecto para pasarlo era “después de la comunión, porque tenía miedo que la gente se concentrara a la salida. La persona que lo lleva va siempre con mascarilla y mantenemos la distancia de seguridad en todo momento”.

También el Padre Julián quiso destacar el importante rol de la campaña de la CEE, “Dono a mi Iglesia”: “Creo que necesitamos más campañas de este tipo y sobre todo tan simples como esta última. Me ha llegado alguna transferencia y han supuesto realmente un alivio”.

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