Enrique Palacios: seminarista de 19 años fusilado en Cazalla de la Sierra junto a su padre en 1936

Su amor a Cristo le hizo vivir un calvario los días previos a su muerte, sobretodo al conocer la destrucción de la imagen de la patrona de Cazalla. Será beato el 18 de noviembre

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“Si han destruido mi patrona, ¿qué vale ya en mi vida?” Así se lamentaba el seminarista sevillano Enrique Palacios Monraba cuando permanecía en prisión los días previos a su fusilamiento el 5 de agosto de 1936 con tan solo 19 años. Pese a su corta edad, el martirio que vivió tras el estallido de la Guerra Civil Española por motivo de su fe le hará convertirse en beato el próximo 18 de noviembre.

Y es que Enrique tenía una gran devoción mariana. Nació el 3 de abril de 1917 en la localidad hispalense de Cazalla de la Sierra. Hijo de Manuel y Luisa, la vida familiar transcurrió en medio de un ambiente cristiano.

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El padre de Enrique Palacios se dedicaba al cuidado de las viñas y de sus propiedades. También pertenecía a la Conferencias de San Vicente de Paúl, movimiento de la Iglesia en momentos en los que arreciaba la persecución religiosa, tal y como se recoge en el libro 'Mártires de la persecución religiosa en la archidiócesis de Sevilla', editada por José-Leonardo Ruiz Sánchez.

Como hemos comentado anteriormente, Enrique tenía un gran fervor mariano, un gran sentido del compromiso hacia los demás y una sonrisa que regalaba a todos.

Vocación sacerdotal desde los once años

Su vocación sacerdotal nació muy pronto, con tan solo once años, tal vez por la tradición de sacerdotes en su familia paterna, la de los Palacios. Y es que cabe recordar que su tío fue quien le bautizó, mientras que un hermano de su abuelo ofició la boda de sus padres.

Así las cosas, el 29 de agosto de 1928 solicitó su ingreso en el Seminario de Sevilla. El párroco de Cazalla acreditó que el candidato “había observado y observa intachable conducta moral y religiosas, dando al mismo tiempo claros indicios al estado eclesiástico”, se puede leer en los archivos del seminario andaluz.

Pese a su corta edad, había cursado Humanidades, Filosofía y primero de Sagrada Teología durante su etapa como interno en el seminario. En junio de 1935 concursó al premio del curso Tercero de Filosofía Escolástica por considerar que reunía las condiciones necesarias, otorgándole el premio por unanimidad.

Su profesor José Sebastián Bandarán, capellán real, decía de sus dotes intelectuales y espirituales lo siguiente: “De clara inteligencia, muy constante en sus estudios, ocupaba dignamente el primer puesto en su curso. Tan aventajado como en las ciencias lo era en la virtud”.


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Detenido y fusilado junto a su padre el 5 de agosto de 1936

Una vez que concluyó el curso, el 26 de junio de 1936 regresó a su domicilio familiar en Cazalla de la sierra. Fue allí donde le pilló la sublevación militar. El párroco titular de la iglesia del pueblo fue detenido, por lo que correspondía al coadjutor, Francisco de la Rosa, celebrar la misa.

El 20 de julio, dos días después del estallido de la Guerra Civil Española, tuvieron muchas dificultades para celebrar la Eucaristía, ante las amenazas de algunos grupos que se encontraban frente al edificio religioso. Por ello se vieron obligados a celebrarla a puerta cerrada en el convento de las Hermanas de la Doctrina Cristiana. Fue la última que se pudo celebrar. Asistieron muy pocas personas, entre ellos el propio Enrique Palacios, siendo la última vez que comulgó.

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Durante la tarde de aquel 20 de julio Enrique fue detenido junto a su padre por orden de la autoridad municipal como medida preventiva. Su vocación sacerdotal era el delito que había cometido. Uno de sus profesores relató cómo fue su cautiverio.

“Hecho prisionero con su buen padre y otro hermano menor, la cárcel fue santuario para el ejemplar seminarista. Fervientes preces elevaba a los cielos, edificando a los recluidos. Recitaba con ellos la oración mariana por excelencia, el Santo Rosario, y así disponía el esforzado atleta su corazón para recibir la muerte, que le fue inferida por fusilamiento dentro de la cárcel, el 5 de agosto, después de emocionante acto de acatamiento y aceptación de la voluntad divina”.

Murió asesinado en el patio de la cárcel en las primeras horas de la tarde del 5 de agosto al lado de su padre.

La destrucción de la imagen de la patrona de Cazalla mató en vida a Enrique

Enrique Palacios Monraba era devoto de la patrona de Cazalla, Nuestra Señora del Monte. Durante su cautiverio conoció la noticia de la destrucción de su imagen. Algunos fueron testigos de su tristeza, entre ellos el párroco coadjutor Francisco de la Rosa quien, también en reclusión, dejó escrito lo siguiente.

“Enrique, después de la destrucción de la iglesia e imagen de de la patrona, me repetía muchas veces que a él ya no le importaba morir. Si han destruido mi patrona, ¿Qué vale ya en mi vida? Fue exagerado, si en ello cabe exageración, por el cariño a su pueblo y patrona”, exponía.

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