Descubre la vida de tres santas que a través de su maternidad se ganaron el cielo

ECCLESIA, el programa de TRECE, nos cuenta la historia de tres mujeres cuya entrega en el seno de la familia les llevó a la santidad y hoy en día continúan dando frutos

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Madres y santas. El programa de ECCLESIA de TRECE, con motivo del Día de la Madre, ha descubierto este domingo las historias de tres santas que destacaron por su entrega y su ejemplo, demostrando que la maternidad puede ser también un camino de santidad.

La primera es Santa Mónica, que vivió en el siglo IV. La casaron, por obligación, con Patricio, un hombre violento y mujeriego que llevaba una mala vida. Santa Mónica siempre se mantuvo fiel al Señor, y mediante la oración y los sacrificios incesantes, consiguió que su marido se convirtiese. Su hijo, San Agustín, fue un joven con una vida similar a la de su padre, pero Santa Mónica vivió siempre con esperanza. Finalmente, San Agustín, se convirtió al cristianismo, llegando a ser obispo y uno de los filósofos y teólogos más importantes del cristianismo.

Santa Isabel de Portugal, nuestra segunda madre santa, fue, además, reina de Portugal. Con tan solo 14 años se unía en matrimonio al rey Dionís, hombre mujeriego que tuvo varios hijos fuera de su matrimonio con Isabel. Sin embargo, esta santa los acogió como sus hijos en su propia casa. Aunque, quizás, su labor más importante fue la de mediar entre su marido y su hijo Alfonso, que quería heredar el trono de Portugal. Tuvieron varios enfrentamientos, e inlcuso en alguno de ellos pudieron llegar a las armas. Pero Santa Isabel se puso entre medias para evitar un derramamiento de sangre y garantizar la paz en su familia. También hizo de mediadora cuando el mismo Alfonso amenazó con invadir Castilla, gobernada por un nieto de Isabel. Ella, yendo al campamento de su hijo, consiguió arrancarle la promesa de que no invadiría Castilla.

Por último, Santa Gianna Beretta Molla, una santa italiana del siglo XX que, además de madre, era pediatra. Siempre repetía una frase: “Igual que el sacerdote toca el cuerpo de Cristo, también los médicos tocamos a Jesús cuando entramos en contacto con el cuerpo de un paciente”. Aunque, quizás, la historia más conocida de esta santa tiene que ver con el embarazo de su cuarto hijo. Estando ya preñada, le detectaron un cáncer terminal. Los médicos recomendaron que abortase si quería salvar su vida, pero ella continuó con el embarazo. Una semana después de dar a luz, fallecía a causa de ese cáncer, habiendo dado la vida por su hijo. Es por esto que San Juan Pablo II la canonizó, y además la convirtió en patrona de la defensa de la vida.

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