¿Cómo vive un monasterio de clausura la ausencia de Eucaristía un Sábado Santo?: "Nos falta todo"

Las religiosas del monasterio talaverano de San Benito enfocan sus esfuerzos este día en preparar la Vigilia Pascual: el ayuno y la oración siguen presentes, pero la actividad cae

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El Sábado Santo es la única jornada del año en la que no se celebra la Eucaristía, por lo que todos los esfuerzos se centran en la espera a la Resurrección de Jesucristo a través de la Vigilia Pascual que comenzará durante la tarde-noche.

En TRECE, hemos conocido cómo se vive en un convento de clausura este Sábado Santo, en ausencia de la Eucaristía. Para ello se han desplazado hasta el monasterio de San Benito, ubicado en Talavera de la Reina.

La abadesa del monasterio, la Madre Eugenia, ha explicado que esta jornada está dedicada a “vivir la esperanza” y “sentir que en la soledad no estamos solos, sino que Dios nos acompaña, y por eso es importante la figura de María. Acompañamos su soledad pero más acompaña ella a la nuestra. Él da respuesta a lo que a veces encontramos sin sentido, por eso el sábado santo es fundamental, nos prepara para el día de la Pascua”, asegura.

La ausencia de Eucaristía se nota especialmente en la vida de clausura: “La verdad es que nos falta todo. ¡Qué afortunados somos de tener al Señor cada día y recibirlo, y saber que está hasta el fin del mundo con nosotras!. Por eso, ver que no podemos recibirle ese día o el sagrario está vacío, es sentir esa ausencia”, ha agregado.

No solo para preparar la Vigilia Pascual, también es un día propicio, al menos en el monasterio de San Benito, para recordar a los difuntos, tanto familiares como las hermanas que un día ocuparon el templo: “Mis padres, mis hermanos ya fallecieron y este Sábado Santo el Señor fue a liberarlos. Tenemos esa esperanza de que gozan con Cristo resucitado. El cementerio del monasterio es nuestro parque para visitar a nuestras hermanas que hemos querido tanto”, expresa Sor Trinidad, sacristana del convento.

La oración y el ayuno son dos elementos muy presentes entre las Hermanas, ya que las tareas diarias disminuyen: “Tenemos menos ayuno que el Viernes Santo. Por la mañana tomamos un vaso de leche con pan, al mediodía un potaje y las noche ayuno”, remarca.

Incluso se suprime la campana, que es sustituida por la carraca para llamar a la oración. Todo enfocado en la Vigilia Pascual en ausencia de la Eucaristía, algo que se nos hace raro en países con libertad como España, pero que es la tónica general en lugares donde la religión cristiana es perseguida. Para ellos, el Sábado Santo es una constante.

Bien lo sabe la Hermana Sabrina Iragui, que durante cuarenta años estuvo como misionera en Ruanda y Burundi: “En tiempos de persecución la gente venía a Misa con mucho fervor”.

Los sacerdotes fueron encarcelado en Burundi para evitar el el acceso de la comunidad cristiana a la Eucaristía: “No podían celebrarla. Cuando más perseguida está la Iglesia, más fuerte es. Entonces se sienten los cristianos llamados a reemplazar a los sacerdotes, a ser testigos de Jesús”, apunta la religiosa en TRECE.

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