Carlos Pazos, enfermero que ha hecho por primera vez el Camino de Santiago a nado: "Por la sonrisa de los niños"

Un equipo de diez nadadores del Club Natación de Sevilla ha completado una versión inédita y solidaria del Camino de Santiago. La travesía, de 35 kilómetros por mar y río, ha servido para recaudar fondos destinados a niños hospitalizados con cáncer y enfermedades raras. El reto ha culminado en Santiago de Compostela tras siete días de esfuerzo.

Una travesía contra los elementos

La aventura ha consistido en seis etapas a nado por las Rías Baixas y una última a pie desde Padrón. Los participantes se han enfrentado a condiciones muy adversas, con aguas a temperaturas de entre 14 y 16 grados que provocaron hipotermia a tres de los nadadores. "Lo hemos pasado bastante mal", confiesa Carlos Pazos, uno de los integrantes, quien ha subrayado que el apoyo de una embarcación logística fue crucial para garantizar la seguridad.

Uno de los protagonistas de la iniciativa es Carlos Pazos, enfermero del Hospital Macarena de Sevilla. Aunque su trabajo diario es en una unidad de insuficiencia cardíaca, colabora activamente con asociaciones como Marposo y La sonrisa de un niño. Su implicación es tal que no duda en vestirse de superhéroe, de Superman, para intentar "sacar una sonrisa" a los pequeños hospitalizados.

La motivación en los momentos duros

A pesar de ser su afición, Pazos admite que durante la travesía hubo momentos de flaqueza y fatiga. En esos instantes, pensar en los niños fue el motor para seguir adelante. "Cuando piensas en estos críos, que realmente ellos sí que luchan por la vida, todo el esfuerzo que nosotros hagamos por ellos es insignificante", explica el enfermero.

El éxito de la recaudación ha superado todas las expectativas, llegando a triplicar el objetivo inicial. "Estamos alucinados, flipando con la gente que colabora con este tipo de causas", asegura Pazos. El equipo ha documentado toda la hazaña en sus perfiles de Instagram y Facebook, donde han compartido cada etapa y agradecido el apoyo de los patrocinadores.

Los peregrinos y locales con los que se cruzaron no daban crédito al verlos salir del agua con sus trajes de neopreno en pleno mes de octubre. Ahora, ya en Santiago y "súper contentos", los nadadores descansan, pero dejan la puerta abierta a que otros se animen a vivir una experiencia que, aseguran, "merece la pena".