El Arzobispo de Madrid asegura que no hay presos de primera y de segunda: "Todos necesitan cercanía"

El cardenal Carlos Osoro ha repasado los aspectos más importantes de 'Mi maestro fue un preso', donde desvela la relación que mantiene con los reclusos del Soto del Real

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Todo empezó hace dos años, cuando un grupo de presos de la madrileña cárcel de Soto del Real se disponían a seguir un partido de fútbol, aunque su gozo se fue a un pozo al comprobar que solo podían seguirlo previo pago.

Fue entonces cuando surgió la posibilidad de que el Arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, publicase un libro con el fin de destinar esos fondos a pagar los partidos en las instalaciones de la prisión, aprovechando su relación de cercanía con los reclusos. Y así nació ‘Mi maestro fue un preso’, una obra editada por el Grupo de Comunicación Loyola que recoge las 49 cartas que los presos hicieron llegar al cardenal, donde afloran las cuestiones más humanas como el amor, la familia, el perdón, la fe o el sentido de la vida.

“Yo les propuse esto para poder ver fútbol, y salió después de casi dos años de trabajo ya ha salido. Los beneficios irán para lo que ellos necesiten”, relataba el propio Arzobispo de Madrid en declaraciones a Aleluya, que asistió a su domicilio en la calle San Justo para conocer más de cerca el contenido de esta publicación.

No existen presos de primera y segunda categoría: "Todos están necesitados de cercanía"

A la cárcel se van por diferentes tipos de delitos. Desde corrupción a asesinatos, pasando por hurtos, tráfico de drogas, etc. No obstante, Osoro nos ha asegurado que no existen presos de primera o de segunda categorías: “Todos son iguales. Los motivos de estancia allí son diferentes. Mucha gente es por motivo de drogas, gente de otros países sobre todo de América Latina… Pero hay un fondo en todos, y es que están necesitados de que nos acerquemos a ellos. Hay gente que no ha estudiado, otra es universitaria…pero el corazón humano está diseñado de la misma manera por muchos títulos que tengas, y necesita cercanía, comprensión, que les escuchemos, afecto… A mí me han dado mucho más de lo que yo he podido dar. Las cartas que me escriben me aportan más que lo que yo pueda responderles. Son maestros, porque tocan la vida”, ha explicado durante la conversación el titular de la Archidiócesis de Madrid.

Soto del Real ha sido una prisión mediática en los últimos años. Algunos representantes públicos que creíamos ilustres pasaron por allí y no de visita. Los medios de comunicación hicieron de sus instalaciones todo un plató televisivo. El problema, es que poco o nada se conoce de la verdadera vida interior en sus paredes, tal y como ha remarcado el cardenal.

“Los medios manifiestan unas realidades que son noticia en ese momento, pero sería bonito que la noticia verdadera fuera lo que hay en el corazón de cada persona, y no quedarnos en lo que se hizo. Es importante entrar dentro. No hay que machacar a las personas. La visión cristiana de la vida no es solamente espiritual, es algo que si lo tomas en serio te cambia la vida y las relaciones y más en estos momentos”.

La enseñanza que debemos extraer de la pandemia

Y es que, a juicio del Arzobispo de Madrid, la covid-19 debe hacernos caer en la cuenta de que lo importante en nuestra vida no debe ser el bienestar personal, sino desarrollar el sentido de fraternidad: “El paradigma que hemos vivido durante mucho tiempo ha sido el del bienestar. Y quizás la pandemia nos ha hecho ver que el paradigma es el cuidado los unos a los otros, porque es el verdadero bienestar. Esto es fundamental y afecta a los sistemas educativos. Ojalá aprendamos de la pandemia, de buscar el bienestar a cuidarnos los unos a los otros”.

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