De ser un 'sin techo' adicto a las drogas a trabajar como portero: así cambió la vida de Jesús

El Proyecto Lázaro ha permitido a este hombre de mediana edad dar un giro de 180 grados a su vida, tras casi una década en la calle: "Tenía que elegir entre la droga o comer"

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La Fundación Lázaro convierte en compañeros de piso a jóvenes voluntarios y personas en riesgo de exclusión para para compartir juntos la vida y estrechar lazos de amistad. Los residentes acogidos provienen de “la calle”, de albergues, centros de acogida y otros recursos de alojamiento temporal, al no gozar de un techo. Estas personas son derivadas por entidades especializadas que se comprometen a continuar con la intervención social, como el acompañamiento, los trámites administrativos y atención psicológica.Aleluya’ ha contado con el testimonio de Jesús Nicolás, beneficiario de Lázaro.

El objetivo es construir una nueva vida. La situación que vivió Jesús ha subrayado que “no fue mala del todo”, pero le pasó factura y no aprovechó las oportunidades que tenía. “En la época de la movida madrileña me dejé llevar y consumí drogas”, ha explicado uno de los beneficiarios de Lázaro. Estuvo alrededor de quince años consumiendo. A la adicción se sumó el drama personal con el fallecimiento de sus padres, lo que le sumió en una profunda depresión: "Estaba muy apegados a ellos, por lo que fue un momento duro y seguí agarrándome a las drogas".

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“A veces lo utilizaba para comer y otras para consumir”

Jesús estuvo viviendo la calle entre ocho y diez años. Pasaba las noches durmiendo en una tienda de campaña. “No te das cuenta de las cosas y no lo valoras, pero poco a poco te haces un poco luchador”, ha confesado. Hubo muchas personas que le ayudaron a superar esta adicción, pero ese apoyo no lo empleó para cubrir sus necesidades básicas. Su adicción le obligaba a elegir entre el consumo o el comer: “Pasas hambre, pero el dinero lo usaba para las dos cosas. A veces lo utilizaba para comer y otras para consumir”, ha remarcado.

“Gracias a Dios he conocido a personas buenas que me han ayudado, básicamente con la compañía”, ha manifestado. Es en ese momento cuando Jesús empieza a valorar y a disfrutar de la sencillez viendo una película en el cine, disfrutar de una tarde en el Retiro, yendo al teatro… Ahora le sostiene la fe y le aporta fuerza. Él siempre ha sido creyente, pero las situaciones de su vida le han puesto muchas veces en declive.

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Un amigo le habló del Proyecto Lázaro: “Me lancé, la vida es así. No haces nada sentado”. La duración de la estancia en un piso, en principio, no se limita, sino que se adapta a las necesidades de cada persona y su autonomía. Jesús está muy agradecido, ya que Lázaro le ha dado un proyecto de familia durante estos dos años. Después de todo lo que ha vivido, ahora está trabajando de portero. Jesús ha lanzado un mensaje de optimismo a las personas sin hogar que están sufriendo: “Hay que pedir ayuda siempre. Está Lázaro y hay un montón de asociaciones. A cada uno le llega su momento, pero si tiene que pedir ayuda que la pida y la aproveche”.

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