La vida de los presos en pandemia: "Lo más duro era denegar los permisos que ya estaban concedidos"

La revista Ecclesia ha entrevistado al exmagistrado de la Audiencia Provincial de Madrid, Arturo Beltrán, quien ha reivindicado el papel de la Iglesia durante el confinamiento

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Arturo Beltrán Núñez fue magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid y presidente de la Sección Penal Quinta de la Audiencia de Madrid. Ahora, con 73 años, está retirado, pero a lo largo de su trayectoria han pasado por sus manos miles de recursos de los presos frente a las decisiones de los juzgados de vigilancia penitenciaria.

La revista Ecclesia ha tenido la oportunidad de entrevistar a Beltrán, donde ha hecho un repaso de su trayectoria y sus experiencias en las cárceles con los presos. Un hombre que a lo largo de su vida laboral impulsó nuevas formas de proteger y reparar a las víctimas.

Un reto, apunta Beltrán en la conversación con Ecclesia, que “es precioso para la Iglesia que acompaña las vicisitudes de las personas presas”. Los efectos de la pandemia y del confinamiento en la primavera de 2020 fue dura para este colectivo. Y es que la mayor parte de los permisos tuvieron que denegarse por la situación que se estaba viviendo.

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“Sobre todo, ha sido complicado decir no a permisos que ya estaban concedidos y que tuvieron que denegarse a causa del confinamiento. Pero, en general, hay que reconocer que todos comprendieron que las situaciones de necesidad se rigen por criterios de necesidad, no por la legislación ordinaria. Hemos vivido una situación excepcional. Cuando hay un conflicto de valores entre disfrutar de unos días de libertad y arriesgar la propia vida, la de la familia, la de otros presos… el derecho superior prima el inferior. Y los presos lo han entendido, se han dado cuenta de que se estaba luchando por su vida y, por eso, ha habido tan pocos contagiados en los centros”, ha explicado el exmagistrado de la Audiencia Provincial de Madrid.

Pese a las dificultades, la Iglesia, a través de sus diócesis, capellanes y voluntarios, no han dado de lado a los reclusos. Todo lo contrario, ya que han impulsado multitud de acciones para estar presentes en las estaciones penitenciarias.

En este sentido, Arturo Beltrán Núñez ha remarcado que estas iniciativas “han sido muy buenas y probablemente hayan venido para quedarse. El preso al que no le permitías que saliera a visitar a su familia o viceversa, pero le dejabas hacer una videollamada de unos pocos minutos para ver las caras de sus familiares, se sentía reconfortado y consolado. Y, además, recibía ánimos”.

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Preguntado en la revista de la Conferencia Episcopal Española por las características de los presos una vez abandonan la prisión, ha reconocido que durante mucho tiempo “la característica común del preso es ser un desposeído. Desposeído en gran parte por estar en riesgo de exclusión social por razones económicas, culturales, de inmigración… Desposeído de afecto por carencia familiar y sentimental. Es muy frecuente que los presos que ingresan una y otra vez en prisión por delitos menores, en el momento en el que presentan algún recurso y cuentan su vida» reflejan la tremenda desposesión sentimental. Un ejemplo de ello son los que ofrecen como «garantía» a su madre porque se han criado sin padre, por orfandad, por divorcio, por abandono de familia…”

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