La Catedral de Santa María de la Huerta de Tarazona, Bien de Interés Cultural desde 2002
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La Catedral de Santa María de la Huerta de Tarazona, declarada "Bien de Interés Cultural" desde 2002, es el principal templo de esta ciudad aragonesa y destaca por sus múltiples singularidades.
La primera característica que llama la atención sobre su construcción es que, en su origen, fue ubicada en un amplio solar situado en la margen derecha del río Queiles, alejada del casco urbano de la entonces ciudad medieval y rodeada de huertas.
Otra de sus peculiaridades radica en que la puerta principal no es la situada a los pies de su planta de cruz latina, sino la del brazo norte del crucero. El conocido como "pórtico de San Antón" perdió su función a partir de 1577, cuando el tesorero Martín de Mezquita impulsó la reforma de la puerta ubicada en el brazo norte del crucero por estar situada frente a la ciudad, por la que han accedido SAR los Príncipes de Asturias.
Las catas arqueológicas, que han sacado a la luz la existencia de un edificio semicircular del siglo IV, una posible basílica tardo romana-visigoda (siglos VI-VII) y los restos de un ábside y capiteles románicos indican que se emplazó en un lugar destinado tradicionalmente a edificios importantes, sobre los que se edificó la catedral de comienzo gótico que conocemos actualmente.
Sus obras comenzaron a mitad del siglo XII gracias al empeño de la turiasonense Teresa Cajal, que donó para la causa todos sus bienes. Se hizo more francigeno, es decir, a la manera francesa. Sólo en Burgos, ciudad cabeza de Castilla, y en Toledo, sede primada, se levantaron tan tempranamente obras de similar significado. Desde entonces han sido continuos los añadidos y modificaciones que ha experimentado.
La historiadora Carmen Gómez Urdáñez, del equipo de restauración del Plan Director, señala que es un edificio que pertenece a los diferentes estilos que le ha tocado vivir, ya que hay espacios en su construcción en los que confluyen de manera espectacular todos los estilos que se han dado desde el siglo XII. Y la manera en que conviven estos estilos en algunos de sus elementos es lo que la hace única.
Sus mecenas siempre fueron miembros del Cabildo y, por tanto, hombres cultos y bien formados, al tanto de las modas que imperaban artísticamente y que plasmaron en este templo. Si su construcción no se hubiera alargado tanto en el tiempo y no hubiese sufrido graves daños durante la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369), sería el mejor ejemplo de arquitectura gótica de influencia francesa en Aragón. Si bien es precisamente esta dilatación en el tiempo lo que la convierte también en una joya del mudéjar, gracias a sus singulares claustro, cimborrio y torre del reloj, que inmortalizan la larga pervivencia islámica en esta zona de Aragón. Con todo, a mediados del siglo XVI el interior del templo, concretamente la nave mayor, el crucero y la capilla mayor, se renovó según la estética renacentista, lo que ha constituido uno de los principales descubrimientos de la restauración actual. Y, posteriormente, se le añadieron varios elementos barrocos.
Al pertenecer a la diócesis de Tarazona, la Catedral es de gran importancia histórica debido a su privilegiado emplazamiento geográfico entre las Coronas de Castilla y Aragón y el Reino de Navarra.
La peculiaridad de estar situada en un terreno dedicado a huertas del Cabildo Catedral (Santa María de la Huerta) le generó un serio problema de humedades en el subsuelo que ha sido uno de los principales motivos de un minucioso proceso de restauración tan dilatado en el tiempo, ya que, antes de afrontar cualquier tipo de acción sobre los bienes muebles, los miembros del Plan Director tuvieron que estudiar con detenimiento como acometer este complejo problema que atacaba los cimientos del edificio por varios lugares.
Sin duda, la expectación generada tras su clausura al público durante casi tres décadas unida a la importancia y riqueza de varios elementos artísticos que han visto la luz con este último proceso restaurador (como el conjunto pictórico renacentista del cimborrio, ya denominado "Capilla Sixtina" del Renacimiento español, los sin igual alabastros policromados o un mosaico romano situado fuera de sus muros) han hecho de su reapertura uno de los acontecimientos artísticos más esperados.