El niño afgano que sobrevivió al drama de la guerra y se bautizó en Roma

Allen Ehsani pertenece a una familia cristiana. Junto a su hermano, Mohamed tuvo que escapar de Afganistan. Llegó a Italia y se licenció en Derecho.

Daniel Ibañez/Revista Misión

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Allen Ehsani es joven, pero ha renacido en varias ocasiones, recorriendo varias vidas. Nació en Kabul, capital de Afganistán. Kabul, por entonces, no estaba en manos de los talibanes. Pero, sus habitantes sufrían la violencia sectaria entre facciones religiosas y políticas.

Según cuenta la revista Misión, el número de cristianos, en Afganistán, era prácticamente nulo. Cuando Allen era pequeño, le preguntaban en el colegio por qué su padre no iba a la mezquita. De vuelta a casa, Allen repetía la pregunta a su padre. Él respondía a su hijo que eran cristianos, “pero que no podíamos decírselo a nadie”.

Cuando Allen tenía 8 años sufrió una tragedia que le marcó de por vida. Al regresar del colegio, se encontró con la casa totalmente reducida a escombros. Durante horas, permaneció sentado en el suelo. Se sintió muy confuso. Llegó a pensar que se había confundido de calle.

Solo era un niño, por ello no comprendía lo sucedido. Mohammed, su hermano, lo encontró horas después. Mohammed tenía 18 años. Le explicó lo sucedido. Sus padres habían fallecido tras explotar un mortero en su casa.

Mohammed decidió que era mejor escapar de Afganistán. Comenzaron un periplo que duró cinco años. Dicho recorrido fue narrado por Allen en su libro: 'Stanotte Guardiamo le Stelle' (en español 'Esta noche miramos las estrellas'). Recorrieron Pakistán, Irán, Turquía y Grecia.

Allen se hizo adulto demasiado pronto. Cada noche, los dos hermanos hablaban sobre su infancia, recordando como eran sus padres.

Durante aquellos años sufrieron muchas vejaciones. En Irán, por ejemplo, la policía los llevaba a “auténticos campos de concentración” tras detenerlos. Cada tres días podian comer un poco. Por ello pasaron mucha hambre.

Con 11 años Allen sufrió una nueva tragedia. Su hermano intentó llegar hasta la costa griega. Se embarcó en una lancha neumática. Pero nunca llegó.

Allen tuvo que comenzar una nueva vida. Se quedó totalmente solo. Fue acogido por una familia musulmana. Meses después subió a un bote. Quería llegar a Turquía.

Durante el viaje acabó tirandose al agua. La corriente marina era muy fuerte. Allen pensó que iba a morir ahogado. En su libro cuenta que, tal vez, se quedó dormido. Quizá perdió el conocimiento. Pero soñó que Cristo le abrazaba, le decía “Yo te protejo”. Poco después, ya en la orilla, abrió los ojos. Entonces, pensó, “Jesús existe". 

Renaciendo a la vida

Su fe en Jesucristo le salvó la vida. Poco después consiguió llegar a Italia. Con 13 años vivía en un centro de acogida, en Roma. Pero no terminaba de ser felliz.

Sufrío mucho maltrato a manos de sus compañeros. Pero,en vez de odiarlos, empezó a rezar por ellos. Como cristiano, sabía que, a pesar de todo, hay que amar al prójimo. Dandose cuenta de su sufrimiento, comenzó a rezar por ellos.

Poco después, siguiendo el consejo de una profesora. Comenzó a colaborar en un grupo parroquial. En la parroquia, Allen hizo muy buenos amigos. No estaba seguro de haber sido bautizado. Por ello pidió el bautismo. Recibió el sacramento en San Juan de Letrán, el 8 de abril de 2007.

Poco después, comenzó a estudiar Derecho. Quería ayudar a los más vulnerables. Se graduó en 2015 por la Universidad de la Sapienza.

Actualmente, prepara su doctorado. Además, trabaja como profesor en un instituto. Según Allan "hay que meterse en los zapatos de los demás: nadie quiere irse de su hogar. Cuando veo las muertes en el mar me pregunto cómo puede seguir sucediendo esto. La comunidad internacional tiene que comprometerse a no llevar armas, sino cultura”. 

Su padre le había enseñado: "Jesús compartía lo que tenía. No tenemos que hacer enemigos, porque Jesús perdonaba siempre’”. Los padres de Allan siempre ponían un plato en la mesa, por si aparecía un invitado inesperado. Incluso, si recibían a un vecino musulmán, lo más probable en Afganistán.

Aunque piensa en Afganistán, Allan no se plantea volver allí. Cuenta: "me siento muy agradecido a mi hermano por sacarnos de allí. Si me hubiera quedado, no conocería a Cristo. Doy gracias a Dios por la vida de mi hermano y el regalo que me hizo: ayudarme a llegar aquí. Mohammed siempre me decía que no me rindiera y que tenía que ser feliz. Y hoy puedo decir que soy feliz”.

De pequeño, Allan contaba estrellas junto a su padre, en aquellas noches de su vida infantil. Tras la muerte de sus padres, tuvieron que huir. Entonces, comenzaron a sentirse "como los pájaros, que vuelan lejos”. 

Allen da gracias a Dios por lo que su familia le enseñó. Hoy se siente realmente feliz. Como el Ave Fénix, tuvo que renacer muchas veces. Desde niño tuvo dramáticas vivencias. Pero nada le separó del amor de Dios. Sujeto a la mano de Jesucristo, renació y llegó a la Ciudad Eterna.

En Roma todo es posible. La vivencia de Allen Ehsani, es una de esas historias que merecen ser contadas. Hace poco fue entrevistado por Ángeles Conde en la revista Misión.

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