Taizé: Acogida, oración, canto, silencio, comunidad, diálogo y humildad

Taizé: Acogida, oración, canto, silencio, comunidad, diálogo y humildad
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Mons. Sebastià Taltavull Taizé es una parábola que cautiva a los jóvenes de hoy y los de hace muchos años. Por mi parte, soy uno de los miles de jóvenes que fueron a Taizé en julio de 1968. Taizé fue un descubrimiento que sigue siendo actual. El espíritu de Taizé es una vivencia interior que toca la fibra de los interrogantes que toda persona es capaz de hacerse, un camino para encontrarse con Jesús y con todo lo que nos rodea. Cualquier adulto o joven ?creyente o agnóstico? ha podido percibir en su corazón una voz que le invita a hacer una peregrinación de confianza. Hoy, es un referente válido para la pastoral con jóvenes, su espiritualidad y compromiso.
ace cincuenta años, subiendo la colina de Taizé, mi primer descubrimiento fue la acogida. Unos jóvenes nos recibían pronunciando el nombre y indicándonos lo que teníamos que hacer. El segundo descubrimiento fue la oración y la belleza del canto. Era la primera vez que me encontraba entre miles de jóvenes orando, haciendo silencio, cantando en latín y otras lenguas, rodeando una comunidad de monjes, la mayoría de ellos jóvenes, que era como la columna vertebral de un cuerpo que vibraba al unísono. El tercer descubrimiento, los círculos de diálogo, donde todo el mundo podía exponer sus interrogantes e intervenir. Entretanto, un monje nos comentaba unos versículos cortos del Evangelio.
Pasaron veinte años. A lo largo de este tiempo, había conocido a algunos monjes y hecho amistad con alguno de ellos. Llegar al prior, al hermano Roger Schutz, era casi un sueño. Pero fue en 1988, formando parte de un equipo de Televisión Española y trabajando en una serie sobre "Vida monástica", que pude entrevistarle durante media hora. No me lo podía creer, además, durante ocho días tuve la oportunidad de hablar largo rato con él. En esta ocasión el descubrimiento fue su cautivadora humildad. Uno de los días, rezando juntos arrodillados ante el icono de la Virgen, me dijo en francés: "Padre, ¡bendíceme!" Hacía dieciséis años que yo era sacerdote, sorprendido y emocionado le dije: "¡Yo no soy digno! ". Mirando, me respondió: "¡Lo tienes que hacer, porque tú eres padre y yo sólo soy hermano!". Nunca he olvidado esta lección tan llena de Evangelio, la guardo siempre viva en mi corazón.
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca