"Cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32)

"Cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32)
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Mons. Mario Iceta Queridos hermanos y hermanas:
1. El Concilio Vaticano II describe la diócesis como "porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica". (ChD, 11). Es una definición rica y profunda que aporta los elementos esenciales de la Iglesia y la relación dinámica que existe entre ellos.
2. En esta eclesiología conciliar, se afirma que el obispo es el pastor propio de la Iglesia particular: "Cada uno de los obispos a los que se ha confiado el cuidado de cada Iglesia particular, bajo la autoridad del Sumo Pontífice, como sus pastores propios, ordinarios e inmediatos, apacienten sus ovejas en el Nombre del Señor, desarrollando en ellas su oficio de enseñar, de santificar y de regir". (ChD, 11). Es decir, el obispo es el pastor propio, no es un delegado del Sumo Pontífice. Es un elemento esencial para entender la eclesiología del Vaticano II. Ahora bien, siendo el obispo el pastor propio de la diócesis, realizando en ella el oficio de enseñar por medio de la predicación de la Palabra de Dios, de santificar por medio de los sacramentos y de regir, es decir, gobernar la diócesis como servidor que discierne, con la responsabilidad última, se encuentra bajo la autoridad del Sumo Pontífice.
3. Existe, por tanto, una intrínseca relación entre el ministerio del obispo como pastor propio de la diócesis, y el ministerio del Santo Padre, como "sucesor de Pedro, a quien confió Cristo el apacentar sus ovejas y sus corderos, que goza por institución divina de potestad suprema, plena, inmediata y universal para el cuidado de las almas. El, por tanto, habiendo sido enviado como pastor de todos los fieles a procurar el bien común de la Iglesia universal y el de todas las iglesias particulares, tiene la supremacía de la potestad ordinaria sobre todas las Iglesias." (ChD, 2). Es, en último término, el fundamento de la relación entre las Iglesias particulares y la Iglesia de Roma, que es la sede de Pedro.
4. Ya en el Evangelio aparece este primado cuando el Señor le confía el cuidado del Pueblo de Dios: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19). Es un cuidado, ante todo, de amor y de servicio: amar y apacentar. Es lo que pide Jesús a Pedro, una vez resucitado, a orillas del lago de Galilea: "Pedro, ¿me amas más que estos?… apacienta mis corderos (Jn 21, 15). Hay que hacer notar que no es simplemente amar. Es "amar más que estos"; el primado en la Iglesia es también primado en el amor y en el servicio.
5. Un elemento fundamental de este servicio es la custodia y confirmación en la fe. En la última cena, Jesús previene a Pedro de las tentaciones, sufrimientos, debilidades y caídas: "Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo" (Lc 22, 31). Pero Jesús le asegura el sustento de su oración poderosa: "Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague" (Lc 22, 32). La fe de Pedro está sostenida por la oración de Jesús y de ahí su capacidad de confirmar la fe de los hermanos: "Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32).
6. El Santo Padre nos ha convocado a la "visita ad limina apostolorum" que tendrá lugar en la última semana de este mes de febrero. Esta acción contiene un profundo significado para la vida de la Iglesia. Expresa este cuidado de Pedro sobre toda la Iglesia. Al mismo tiempo, expresa la comunión de todas las Iglesias particulares con la Sede de Pedro y la comunión de todos los obispos con la Cabeza del Colegio Apostólico y bajo su autoridad. Durante estos días, donde se hace visible de modo particular esta comunión, os pido vuestra oración por el Santo Padre Francisco y por los frutos de esta visita que constituye un impulso de nuestra tarea Evangelizadora y una confirmación de nuestra fe.
7. También, durante este mes de febrero, celebraremos tres jornadas de especial relevancia. La jornada de la vida consagrada en la celebración de la Presentación del Niño en el Templo. Constituye una ocasión oportuna para agradecer a Dios el don de la vida consagrada, tan fecunda y numerosa en nuestra diócesis. En la jornada mundial del enfermo, que se celebra el día 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, encomendemos al Señor a todos los enfermos, sus familias y a quienes les cuidan. Y también celebraremos la Campaña 2014 de Manos Unidas, que pone nuestro corazón y nuestra mirada en los más empobrecidos de la tierra. Que el Señor nos ayude a ser generosos, como Él lo es con nosotros, y a compartir lo que tenemos con quienes más lo necesitan.
Con afecto, pido al Señor que os bendiga.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao