Carta del obispo electo de Solsona: «No nos cansemos de hacer el bien»

Francisco Conesa asegura en su carta semanal que «sembrar siempre el bien exige un esfuerzo grande por extirpar el mal que hay en nuestra vida»

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Queridos hermanos:

El Papa Francisco ha escogido estas palabras de san Pablo como tema de reflexión para la Cuaresma. Dice el Apóstol: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos oportunidad, hagamos el bien a todos” (Gal 6,9-10). De esta manera invita a sembrar siempre el bien a todas las personas. Estamos comenzando la Cuaresma, que es un tiempo especial en el que se nos invita a la conversión de corazón, para que comprendamos que la verdad y la belleza de nuestra vida no reside en tener sino en dar, no está en acumular sino en compartir.

En esta tarea de hacer el bien siempre somos colaboradores de Dios, el cual nos ha concedido hacer como Él: llenar el mundo de amor y de bien. En lugar de vivir una vida dominada por la soberbia, el afán de tener o la lógica del consumo, Dios nos ofrece la oportunidad de vivir nuestra vida dando, compartiendo, realizando el bien. Además, es Dios mismo quien nos da fuerza para no quedarnos encerrados en el egoísmo individualista ni permanecer indiferentes ante el sufrimiento de los demás. Por eso, la Cuaresma es un tiempo para darnos cuenta de que necesitamos a Dios y de que necesitamos orar. “Pensar que nos bastamos a nosotros mismos –dice el Papa- es una ilusión peligrosa”. La fuerza para vencer el mal sólo se encuentra en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Vivir unidos a Dios en Cristo nos da la energía necesaria para vencer la oscuridad y llenar nuestra vida de esperanza.

Sembrar siempre el bien exige un esfuerzo grande por extirpar el mal que hay en nuestra vida. A ello nos ayudan los tres medios tradicionales que practicamos en Cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna. En la oración recibimos el consuelo y la fuerza de Dios; con el ayuno fortalecemos nuestro espíritu para la lucha contra el pecado y al entregar una limosna compartimos lo que hemos recibido de Dios. En la Cuaresma hay que aprovechar el tiempo para estar cerca de todos; es un tiempo especial “para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad” (Mensaje Cuaresma). Con la ayuda de estas tres prácticas podremos sembrar siempre el bien. El Papa lo resume diciendo: “El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda”.

Una vida vivida en la entrega generosa a los demás es una vida plena. Vale la pena esta lucha por hacer siempre el bien, porque “en Dios no se pierde ningún acto de amor”. San Pablo decía “si no desfallecemos, cosecharemos”. Tenemos la certeza de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos la alegría del Reino de los cielos. Además, quien vive realizando el bien se convierte en fuente de luz para los demás e inunda el mundo con el perfume de Cristo.

+ Francisco Conesa Ferrer

Obispo electo de Solsona

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