Carta del obispo electo de Solsona: «A dónde debemos dirigirnos»

Tiempo de lectura: 2’

Queridos hermanos:

Tenemos como objetivo diocesano crecer como Iglesia que sale a anunciar el Evangelio. Venimos insistiendo en la necesidad de ponernos en salida. Pero, en salida, ¿hacia dónde? ¿a dónde debemos dirigirnos? Podemos formular la pregunta de otra manera: ¿en qué debe gastar la Iglesia sus energías y esfuerzos? ¿cuál debe ser el campo preferente de su acción pastoral?

Para contestar a esta pregunta lo primero que debemos hacer es mirar a Jesús y dejarnos interrogar por su vida. Desde luego, Jesús no fue una persona “de despacho”, sino un caminante, un predicador itinerante que recorría pueblos y aldeas anunciando el Reino de Dios. Enseñaba en la calle y en la sinagoga, en las casas y en el campo, en la montaña y en el lago. Se dirigía a la gente sencilla de su pueblo. Muchos de ellos, por su profesión, sus actitudes o sus enfermedades, se situaban al margen de la sociedad y eran tenidos por personas incapaces de entender lo que es la religión. Jesús se dirigió siempre a la búsqueda de la oveja perdida, del hijo que ha marchado de casa, de quien ha sido excluido de los círculos religiosos.

Podemos fijarnos también en la conducta de San Pablo, quien se siente apóstol, enviado por Dios. Pablo siente un ansia inmensa por anunciar el evangelio a todos, pero especialmente a los no judíos. Será un viajero incansable, que desea llevar a todas las ciudades la Buena noticia, sin importarle las incomodidades, la persecución y la cárcel. Muchas veces sus planes quedan interrumpidos porque lo que le importa es obedecer al Espíritu, que le pide ir a Jerusalén donde le esperan las cadenas (Hech 20, 22-24) o pasar a Macedonia para predicar el Evangelio (Hech 16, 9). Cuando llegó a Atenas, se presentó en el Areópago para hablar de la resurrección de Cristo a aquellos paganos.

Tengo la sensación de que nuestras comunidades y parroquias dedican mucho tiempo a sí mismas, a cuidar a sus miembros, pero han perdido la capacidad de salir a predicar al publicano o la prostituta, como hizo Jesús, o de presentarse como Pablo en el Areópago sin miedo a la burla de los sabios. San Juan Pablo II invitaba a la Iglesia a buscar nuevos areópagos en los que debe ser proclamado el Evangelio. Benedicto XVI usaba la sugerente imagen de “atrio de los gentiles”. El Papa Francisco nos habla de salir a las periferias (tanto físicas como existenciales). Con todas estas imágenes nos invitan a ser una Iglesia que sigue los pasos del Maestro y se pone en camino para llevar a todos los hombres la buena nueva de Jesucristo.

Seguir el estilo de Jesús exigirá que abandonemos la comodidad de los despachos y las sacristías, de los grupos cálidos que se autoalimentan, para ponernos en camino para buscar al hombre perdido, salir a la intemperie para encontrarnos con la humanidad herida, que espera un Salvador. No podemos dedicarnos sólo a cuidar las 99 ovejas, sino que nuestros esfuerzos deben dirigirse a buscar aquella que se ha descarriado y que necesita a su pastor.


+ Francisco Conesa Ferrer

Obispo electo de Solsona y administrador diocesano de Menorca


Religión