Carta del obispo de Coria-Cáceres: «Cuaresma 2022»

jesuspulido

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Queridos hermanos:

El Papa Francisco ha enviado a toda la Iglesia un mensaje claro y directo para esta cuaresma: “No nos cansemos de hacer el bien” (Gál 6,9). Es muy apropiado en este tiempo de pandemia en que, quizás, movidos por el miedo y el desaliento, nos ronda la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestras preocupaciones personales, con el peligro de caer en el individualismo y la indiferencia. Si ese es nuestro caso, la cuaresma es una llamada a no dejarnos vencer por esta tentación, a recobrar el ánimo y mirar más allá de nosotros mismos.

La cuaresma es tiempo de siembra, y la siembra tiene un carácter penitencial: “Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas” (Sal 125, 6). Sembrar el bien a nuestro alrededor requiere desprendimiento, es cuestión de dar más que de tener, o acumular. La cuaresma no es tiempo de consumir sino de repartir. No se puede sembrar con soberbia o con egoísmo. El sembrador esparce la semilla y cuanto más generoso es más abundante será la cosecha.

Para que no nos cansemos de hacer el bien, la fe nos da la certeza y la seguridad de que no se pierde ningún acto de amor por pequeño que sea, aunque nos parezca que no vemos los resultados. Hacer el bien es una obra de misericordia que tiene garantizada su recompensa, más aún si no nos lo agradecen. Es posible que el bien que sembramos nosotros lo recojan otros, o dé frutos en otro tiempo y en otro lugar, pero nada se pierde. Dios es el garante de esta promesa. Y al final nos recompensará con la vida eterna que supera todo lo que podemos esperar por nuestros méritos.

Con la mirada fija en Jesús resucitado, recorramos el camino penitencial de la cuaresma sin cansarnos de sembrar el bien. Dios no se cansa nunca de perdonarnos, no nos cansemos nosotros dar gratis lo que hemos recibido gratis. El Señor, en su sabiduría, no nos da solo lo necesario para nuestra subsistencia sino también para que podamos ser generosos y hacer el bien al prójimo, especialmente a los más necesitados.

En estos momentos, los más necesitados son los que sufren los horrores de la guerra. Contamos con las armas de ayuno y la oración para combatir las asechanzas del demonio que conducen a la violencia y al odio. Elevemos nuestra oración y ofrezcamos nuestros sacrificios para que reine la paz entre las naciones y cesen las guerras y todo tipo de violencia.

Con mi bendición,

+ Jesús Pulido Arriero

Obispo de Coria-Cáceres

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