Carta del obispo de Coria-Cáceres: «Corpus Christi-Día de Caridad. Tú tienes mucho que ver»

En la solemnidad del Corpus, Jesús Pulido nos invita a tener presente a quienes sufren en su cuerpo carencias materiales por falta de trabajo, de alimentación o por enfermedades

Jesús Pulido Arriero

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El próximo domingo, día 11 de junio, es el día del Corpus, una fiesta que destaca la importancia del “cuerpo” en nuestra fe católica: por su encarnación, Jesús tuvo un cuerpo físico como el nuestro; en la transfiguración, su cuerpo se volvió blanco y luminoso; en la cruz sufrió pasión en su cuerpo y murió; en su resurrección fue su mismo cuerpo el que volvió a la vida; en su ascensión, entró con su cuerpo glorioso en lo alto del cielo… en la eucaristía es su Cuerpo real el que está presente bajo la especie de pan; la comunidad cristiana, la Iglesia, es el Cuerpo místico del que Cristo es la Cabeza.

Muchas veces subrayamos tanto la importancia del alma que queda en penumbra la relevancia del cuerpo para la fe y para la salvación: la mística y la ascética van unidas. Nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, que podemos ofrecer como sacrificio vivo y santo; y será este cuerpo de carne mortal que tenemos ahora el que resucite al final de los tiempos.

El día del Corpus dirige nuestra mirada a tantas personas que sufren en su cuerpo necesidades materiales por falta de trabajo, de alimentación, de vivienda, de libertad, de oportunidades, por enfermedades… Hay personas que padecen en esta vida males, mientras otros, a su vez, tienen a disposición más bienes de los que pueden disfrutar. Y lo peor es que la opulencia nos ciega y no vemos ni siquiera a los que están postrados en los umbrales de nuestros pueblos y ciudades. La indiferencia y el individualismo son dos males muy generalizados en la sociedad del bienestar.

La fiesta del Corpus es el Día de la Caridad, en que celebramos la campaña nacional de Cáritas, cuya misión consiste en promover el desarrollo integral de todos, especialmente de los más pobres y excluidos. Y para ello es necesario poner “cara” a sus necesidades, sensibilizar a la sociedad y difundir el espíritu de caridad a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia. Así se entiende el lema de la campaña de este año: “Tienes mucho que ver…”. Es una invitación a no cerrar los ojos ante las miserias humanas, la pobreza, la desigualdad, la exclusión social…, a no mirar para otro lado. Y, por otra parte, nos impide pensar: “Eso no tiene que ver conmigo”. ¡Sí, tiene que ver con nosotros y mucho! El amor cristiano nos apremia a comunicar esperanza con un estilo de convivencia más justo, más solidario y más fraterno.

Cáritas nos da “una oportunidad” de practicar la caridad cristiana en el día del Corpus aportando nuestro donativo, pero lo más importante es que nos recuerda que hay “muchas oportunidades” cada uno de los días del año para comprometernos en la atención a los más desfavorecidos. Cáritas necesita nuestra ayuda económica, pero sobre todo necesita nuestro compromiso y nuestra colaboración, cada uno en la medida de sus posibilidades, de su tiempo, haciéndonos voluntarios para los programas de acogida, de empleo, de alimentos, de familias desestructuradas, de migrantes, de mayores, de personas sin hogar… Son tantas y tan variadas las necesidades que socorre Cáritas, que –estoy seguro– todos encontraremos un lugar donde colaborar y aportar nuestro granito de arena.

Quisiera hacer una llamada a los jóvenes que completan su iniciación cristiana con la confirmación. El Espíritu suscita múltiples carismas entre ellos para que se incorporen como miembros activos al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Cáritas es el brazo tendido del amor fraterno. También quisiera extender esta llamada a tantas personas que están en paro o que se jubilan en la plenitud de la vida, y pueden asumir tareas de voluntariado al servicio de los demás. Mi llamamiento es que no resistan al Espíritu que los llevará siempre a entregarse a Dios en el prójimo.

El cuerpo que un día resucitará a veces experimenta el infierno aquí en la tierra, y tiene más difícil creer y esperar en la vida eterna. Para preparar los materiales del Reino prometido, hemos de evitar que algunos hermanos nuestros experimenten la condena en su propio cuerpo.

Con mi bendición,


+ Jesús Pulido Arriero

Obispo de Coria-Cáceres


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