Carta del arzobispo de Barcelona: «Testigos del evangelio en el corazón del mundo»

El cardenal Omella reflexiona en su carta de esta semana sobre la solemnidad de Pentecostés, y recuerda que ésto no es un hecho del pasado

Juan José Omella Omella

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Hoy celebramos uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Iglesia. Cuenta el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles que, el día de la fiesta de Pentecostés, se encontraban los discípulos de Jesús reunidos en Jerusalén. De pronto, escucharon un estruendo, como de un viento que soplaba con fuerza. Era el Espíritu Santo. El Espíritu se posó sobre cada uno de los discípulos y les dio la fuerza necesaria para dar testimonio de Jesús hasta los confines del mundo.

Este acontecimiento que sucedió en Pentecostés no es un hecho del pasado. También hoy, en nuestra vida de cada día, el Espíritu Santo sigue viniendo sobre nosotros, nos enseña a mirar la realidad con los ojos de Jesús y a llevar su mensaje de amor y de esperanza a todos nuestros hermanos y hermanas.

En esta fecha tan significativa para los cristianos, la Iglesia que peregrina en España prepara cada año la campaña del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Hoy la Iglesia reconoce y anima el trabajo pastoral de los laicos. El lema que nos ha propuesto para este día es: «Juntos anunciamos lo que vivimos».

A propósito de este lema, quisiera compartir con vosotros un texto de la primera carta de san Juan que nos ayudará a comprender mejor la campaña de este año. Dice el apóstol Juan: Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros como nosotros estamos en comunión con Dios Padre y con su Hijo Jesucristo(cf. 1Jn 1,3).

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Carta del arzobispo de Barcelona: «Testigos del evangelio en el corazón del mundo»


El apóstol Juan quiere anunciar aquello que ha visto y oído. Él conoció a Jesús, escuchó sus palabras y vio como actuaba. También nosotros estamos llamados a encontrarnos con Jesús, a conocer su mensaje paratransmitirlo a los demás con nuestras palabras y nuestras obras.

Todos los bautizados tenemos la misión de anunciar a nuestros hermanos: «Jesús te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte» (Evangelii gaudium, 164). Y no solo de anunciarlo, sino de hacerlo vida.

Concretamente, los laicos son testigos del evangelio en el corazón del mundo, en toda la sociedad. Están llamados a ser buena noticia en el ámbito familiar, en el trabajo o en la política. Están llamados a ofrecer el consuelo de Dios a todos y, preferencialmente, a aquellos que han quedado al borde del camino. Esta misión la realizan los laicos junto a los obispos, los presbíteros, los diáconos y los miembros de la vida consagrada. Todos somos discípulos misioneros y corresponsables en la misión de anunciar el Evangelio que hemos recibido de Jesucristo. Pidamos a Dios que nos ayude a caminar unidos y en comunión, a crear lazos de amor con Dios y con nuestros hermanos.

Queridos hermanos y hermanas, oremos: Espíritu Santo, ven y llénanos de tu fuerza y de tu luz para anunciar con nuestra vida diaria la Buena Nueva del Evangelio.

María, reina de los apóstoles, ayúdanos a crear comunidades generosas y fraternas que sirvan a sus hermanos con alegría y pasión.


† Juan José Omella Omella
Cardenal arzobispo de Barcelona


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