Carta del arzobispo de Barcelona: «La decisión de la joven de Nazaret»

El cardenal Omella reflexiona sobre el papel de los jóvenes en la Iglesia y pone como modelo a la Virgen María, «un ejemplo de joven en movimiento, imagen de la Iglesia en camino»

Juan José Omella Omella

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Coincidiendo con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, con la cual concluimos el año litúrgico, se celebra hoy en cada una de las diócesis del planeta la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El mensaje del papa Francisco para dicha Jornada prepara el encuentro internacional que tendrá lugar en Lisboa el próximo mes de agosto, en el que el Papa se encontrará con jóvenes católicos de todo el mundo.

San Juan Pablo II inició su pontificado diciendo a los jóvenes: «¡Vosotros sois la esperanza de la Iglesia; vosotros sois mi esperanza!» Y motivado por esta esperanza, estableció un encuentro mundial de jóvenes, con el deseo de hacer llegar a los jóvenes la persona y el Evangelio de Jesús. A menudo se dice que en las iglesias solo se ven rostros de personas mayores. Esto no ocurre en todas las parroquias de la diócesis. En cualquier caso, en la casa del Señor todos son bienvenidos y unos no son más relevantes que otros. No juzgamos si son pocos o muchos. Entre las jóvenes generaciones afloran muchas inquietudes y una, de la que no se habla demasiado, es la inquietud espiritual. Esta inquietud se hace visible en la JMJ donde participan millones de jóvenes.

El papa Francisco también ha dedicado a los jóvenes una atención preferente durante todo su pontificado. En el mensaje que les dirige con motivo de esta Jornada les invita a imitar la actitud, la decisión y la justificada prisa de María, la joven de Nazaret, cuando acudió a ayudar a su prima Isabel (cf. Lc 1, 39). El Papa explica que la Virgen María, tras la Anunciación, en lugar de centrarse en sí misma, en las preocupaciones y angustias ocasionadas por su nueva condición, optó por ocuparse de su prima.

La Virgen María es activa, un ejemplo de joven en movimiento, imagen de la Iglesia en camino, puesto que, con el anuncio impactante del ángel, no se aturdió. Se levantó y se puso en marcha, porque estaba segura de que los planes de Dios eran el mejor proyecto posible para su vida. El Papa afirma que «María se convirtió en el templo de Dios, imagen de la Iglesia que sale y se pone al servicio de los demás, la Iglesia portadora de la Buena Noticia».

El papa Francisco dice a los jóvenes que, aunque no puedan resolver todos los problemas del mundo, quizás sí pueden afrontar los más cercanos. Y les recuerda que a la Madre Teresa de Calcuta le dijeron una vez: «Lo que usted hace es solo una gota en el océano». Y ella respondió: «Si no lo hiciera, el océano tendría una gota menos». El Papa añade que la «prisa buena» siempre nos empuja hacia arriba y hacia los demás. Al final del mensaje, convoca a los jóvenes al encuentro internacional en Lisboa: «¡Todos juntos en Lisboa! En este bello momento de vuestras vidas, seguid adelante, no pospongáis lo que el Espíritu puede hacer en vosotros».

Queridos hermanos y hermanas, me uno de corazón a los buenos deseos del papa Francisco y también bendigo los sueños de los jóvenes que el próximo verano participarán en la JMJ de Lisboa para vivir una experiencia llena de Dios y de fraternidad universal. Siguiendo los pasos de María, encontraremos a Jesús. Y quiero acabar dirigiéndome a los jóvenes, con unas palabras del Santo Padre: «¡Vosotros no sois solo el futuro de la Iglesia y de la sociedad, sois el presente!».


† Juan José Omella Omella

Cardenal arzobispo de Barcelona


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