Los últimos años de Manolo el del Bombo: el pozo económico del que pudo salir y las dificultades para seguir adelante
El conocido animador de la Selección española durante 10 Mundiales y un sinfín de Eurocopas pudo vivir una última alegría en Berlín, en la Eurocopa de 2024

Manolo el del Bombo, en una foto de archivo
Madrid - Publicado el
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Manuel Cáceres Artesero, conocido por todos como Manolo "el del Bombo", ha fallecido este 1 de mayo de 2025 a los 76 años. Su figura, inseparable del bombo, la camiseta de la Selección española y su eterna sonrisa, se convirtió durante más de cuatro décadas en uno de los símbolos más icónicos del fútbol español. Pero detrás del entusiasmo, el folklore y los cánticos, la vida de Manolo también fue una historia de sacrificio, pérdidas y dificultades económicas constantes.
Aunque muchos lo recuerdan por su inquebrantable presencia en las gradas desde el Mundial de España 1982, cuando recorrió 15.000 kilómetros en autostop para animar a La Roja, pocos sabían que ese mismo torneo le costó su trabajo y sus ahorros. “Lo perdí todo por el fútbol”, reconocía años después. Su fidelidad a la Selección fue tal que llegó a cerrar su bar después de 21 años, alegando problemas por las pérdidas de la ley antifumadores.

Manolo el del Bombo, en una foto de archivo
"HACE CUATRO AÑOS NO TENÍA NI PARA COMER"
A lo largo de su vida, Manolo asistió a 10 Mundiales consecutivos —de España 1982 a Rusia 2018— y a numerosas Eurocopas. Lo hizo casi siempre costeándose él mismo los viajes en sus primeros años, y con ayuda de la Federación Española después. Pero el sueño se truncó en 2022. En el Mundial de Qatar, la Federación le facilitó billetes de avión y visado, pero no alojamiento. Dos días antes de partir, tuvo que cancelar el viaje al no poder cumplir con los requisitos de entrada al país. “Me enfadé un poquito… con ése eran once Mundiales”, lamentó profundamente.
Las dificultades económicas no eran nuevas en su vida. En 2021, Manolo confesó haber pasado por uno de sus peores momentos: “Hace cuatro años no tenía ni para comer”. Gracias a una campaña impulsada por un amigo en internet, pudo salir adelante con la ayuda de aficionados anónimos que le donaron pequeñas cantidades. Sin embargo, esa ayuda no llegó nunca del mundo del fútbol profesional. “De los jugadores, no. Tampoco quiero nada… pero nunca nadie me ha dicho: ‘Toma, Manolo’”, confesó, sin rencor, en una entrevista con Relevo.

Manolo el del Bombo, en una foto con el comandante Gómez-Paratcha
Manolo vivía solo, en un modesto apartamento en Moncófar (Castellón), por el que pagaba 225 euros al mes gracias a la intermediación de un conocido. Su pensión de jubilación era de apenas 960 euros. A pesar de ello, rechazaba animar a clubes por dinero: “Hoy animo a uno, y mañana puede que me llamen los rivales. No quiero eso”.
El fútbol le dio gloria, cariño popular y un lugar en la historia. Pero también le arrebató familia, estabilidad económica y salud. “Me he gastado millones de pesetas por el fútbol”, decía con una mezcla de orgullo y resignación.
Hoy, España despide no solo al aficionado más famoso de su historia —así lo bautizó The Guardian en 2012—, sino también a un hombre que lo dio todo por una camiseta, incluso cuando ya no le quedaba nada. Manolo "el del Bombo" fue más que un hincha: fue un símbolo de lealtad, de entrega… y de una pasión que nunca le fue correspondida del todo.