Este es el pueblo con más fiestas de España y su alcalde explica cómo los vecinos lo pagan: "Mucho turista"
Adolfo González presume de la localidad de la que es regidor que está incluida en el Libro Guinness de los Récords como el municipio más festivo del país
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El municipio de Los Realejos, al norte de Tenerife, ostenta con orgullo un récord que lo ha situado en el Libro Guinness de los Récords: es el pueblo más festivo de España. Con más de 80 fiestas al año, su calendario se ha convertido en una auténtica maratón de tradiciones, romerías, procesiones y verbenas. Lo más curioso es que no es el Ayuntamiento quien se encarga de toda esta programación, sino que son los propios vecinos los que organizan, financian y dan vida a las celebraciones.
Una tradición que no descansa
"En Los Realejos celebramos —una arriba o una abajo— cerca de 80 festividades al año", explica su alcalde, Adolfo González, en una entrevista en el programa Poniendo las Calles de COPE. "Cada una está organizada por los barrios del municipio. El ayuntamiento colabora en algunas, pero la mayoría son promovidas por comisiones vecinales". Y así, mes tras mes, el pueblo canario se transforma en un hervidero de actividad cultural, religiosa y popular.
Las fiestas comienzan en enero con la primera romería del año en Canarias y se alargan hasta diciembre con las celebraciones navideñas. Sin embargo, es entre julio y septiembre cuando la intensidad se dispara. "En verano puede haber hasta cuatro fiestas simultáneas en una misma semana", cuenta el alcalde. Algo que convierte al municipio en un destino atractivo para quienes buscan turismo de experiencias auténticas. La cruz, la pólvora y la devoción
La cruz, la pólvora y la devoción
Las Fiestas de Cruces y Fuegos de Mayo, declaradas de interés turístico nacional, son uno de los principales reclamos del municipio. Se celebran cada 3 de mayo con la que muchos consideran la mayor exhibición pirotécnica de Canarias y una de las más espectaculares de Europa. Ese día, Los Realejos rinde homenaje a sus más de 300 cruces distribuidas por su geografía, desde el mar hasta las Cañadas del Teide.
La Carrera del Color durante el carnaval de Los Realejos
"La cruz es un símbolo muy especial para nosotros", asegura González. Pero el fervor religioso no está reñido con la alegría popular. "Aunque muchas de nuestras fiestas tienen un carácter litúrgico, los actos populares son los más destacados", añade. Las celebraciones también incluyen la romería de San Isidro Labrador, única en Canarias en la que participan grupos folclóricos de las ocho islas, o la festividad de la Virgen del Carmen en julio, organizada directamente por el ayuntamiento.
La clave de este éxito festivo no solo está en la tradición, sino también en la implicación ciudadana. "Las fiestas las pagan los vecinos. Cada barrio, incluso calles individuales, organizan sus propias festividades. Es mucha economía, mucho trabajo... y mucho turista", admite el regidor. Porque sí, la fiesta también es motor económico. La restauración y el comercio local se benefician enormemente del trasiego de visitantes. “Estamos hablando de varios miles de euros invertidos por cada comisión de fiestas, que se quedan en el propio barrio”, destaca.
Con casi 40.000 habitantes, la localidad ha logrado convertir su calendario en una seña de identidad. No es raro que una persona participe en varias fiestas a lo largo del año, aunque no sean de su propio barrio. "Al final, nos encontramos con amigos y familia. Y no importa a qué zona pertenezca cada uno, porque lo importante es compartir", explica el alcalde.
Visitar Los Realejos no es solo una oportunidad para conocer su historia o su entorno natural, también lo es para descubrir cómo la tradición, la fe y la convivencia pueden llenar un año entero de música, fuegos artificiales y celebración.
Cine de verano en la playa del Socorro (Los Realejos)
Más allá de ser un reclamo turístico, este municipio tinerfeño representa una forma de vida que se resiste a desaparecer. En un mundo cada vez más acelerado, la fiesta popular se convierte en un refugio de identidad y comunidad. Como dice Adolfo González, "es un escaparate de lo que somos y de lo que ofrecemos".