Avisan de un grave problema en las familias españolas con una persona dependiente: "Han llegado a su límite"
Son los familiares quienes suelen estar atentos a todas sus necesidades, lo que puede llevarles a sufrir el síndrome del cuidador quemado o burnout

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce con la doctora Marta Canino, especializada en atención a las personas mayores y también en el acompañamiento de sus familias, qué es el síndrome del cuidador quemado
Publicado el
3 min lectura
La crisis demográfica en España no es solo un asunto de natalidad: también lo es de envejecimiento. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, para 2050 un 30 % de la población española tendrá más de 64 años. En paralelo, crece el número de personas dependientes en los hogares, lo que dispara la carga emocional, física y mental de quienes cuidan de ellos: normalmente, familiares directos. La doctora Marta Canino, médica especializada en atención a personas mayores, alertaba en Poniendo las calles de un fenómeno creciente pero poco visible: el síndrome del cuidador quemado.
“Es similar al burnout laboral, pero se da en el entorno doméstico”, explicaba. Se trata de un desgaste progresivo que sufren personas —sobre todo mujeres, hijas y esposas— que cuidan en exclusiva a un familiar dependiente. “Han llegado a su límite de recursos físicos, mentales y emocionales”, aseguraba Canino, que lleva más de 15 años atendiendo a pacientes mayores y a sus entornos.
La sobrecarga invisible
Este agotamiento extremo, dice, “se manifiesta en dolores físicos, cambios de humor, aislamiento o incluso depresión”. Y no siempre es fácil de detectar: “Muchos no se dan cuenta hasta que su médico les hace un chequeo y descubren que ya están deprimidos”.

Una pareja de ancianos en el balcón de un edificio de apartamentos en España
La sobrecarga emocional y la falta de apoyo son dos de los factores que más contribuyen al desgaste. “Estas personas sienten una responsabilidad enorme, y cuando algo no va bien se culpan a sí mismas”, añadía la doctora.
El problema no es nuevo, pero se agrava con el paso del tiempo. “Los cuidados siguen siendo cosa de mujeres, estadísticamente hablando, y con el envejecimiento de la población, esto va a ir a más”, advertía la especialista. En especial, en casos de demencias avanzadas, donde los cuidados se requieren 24 horas al día, siete días a la semana.
El amor no basta
El amor, aunque esencial, no es suficiente. “Está bien que una persona quiera cuidar de otra, pero asumirlo en solitario a largo plazo es inasumible”, afirmaba Canino. “Nadie es superwoman ni superman. Siempre hay un límite”.
La culpa, además, es otro obstáculo: “Muchos cuidadores sienten que llevar a su ser querido a una residencia es un fracaso”, comenta. Sin embargo, Canino insiste en que pedir ayuda no es un acto de debilidad, sino de responsabilidad: “Si no se cuida al cuidador, acabaremos teniendo dos pacientes”.
Desde su experiencia, recomienda que las familias busquen apoyo desde el principio. Trámites como los de la Ley de Dependencia no deben dejarse para el final, y es esencial implicar a otros familiares. También destaca la importancia de los servicios sociales locales, muchas veces desconocidos para quienes los necesitan.

Madre y abuela paseando por la playa
La situación es tan crítica que, como ella misma relata, a veces “es el propio cuerpo del cuidador el que dice basta”. Por eso, más que nunca, urge visibilizar esta realidad. Porque como recuerda Canino, “si el cuidador cae, también lo hará quien depende de él”.
Mientras tanto, en hospitales y residencias de toda España, sigue habiendo personas que, como contaba Carlos Moreno ‘El Pulpo’, “ya no reciben visitas ni de sus propios hijos”. Es un drama silencioso, que requiere de conciencia colectiva, más recursos públicos y, sobre todo, empatía.
En palabras de la doctora Canino: “Todos merecemos llegar al final en las mejores condiciones posibles y con un sostén social. Hoy por ti, mañana por mí”.