Inés, Rafa y Saray, tres jóvenes que han vivido la precariedad laboral
El 30% de los menores de 25 años están en paro

Inés, Rafa y Saray, tres jóvenes que han vivido la precariedad laboral
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A día de hoy, la tasa de paro en España es del 13,3% según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Ese porcentaje se dispara hasta el 30% entre los menores de 25 años. Por eso en 'Mediodía COPE' hemos conocido el caso de tres jóvenes que buscan su primer trabajo.
El primero es el de Inés. Tiene 21 años y es de Cáceres. Estudió un grado superior de Salud Ambiental. Estaba contenta con su grado hasta que hizo las primeras prácticas, como les pasa a muchos jóvenes españoles, que cuando salen de las aulas y tienen el primer contacto con el mundo laboral, se encuentran con que nada es lo que esperaban. Solo les ofrecen prácticas mal pagadas en las que pasan muchas horas y no encuentran motivación ni ven un futuro profesional.
El segundo caso es el de Rafa. Él estudió el bachillerato de Ciencias hasta los 18 años, aprobó Selectividad y se marchó de Córdoba para comenzar un grado de Trabajo Social en Sevilla. Esa primera carrera no era lo que esperaba, así que se desmotivó y volvió a casa con sus padres. Allí empezó un grado superior de Deportes y realizó cursos de quiromasaje deportivo y quiromasaje superior.
Por fin había encontrado la profesión a la que quería dedicarse, pero necesitaba algo de dinero para sufragar parte de sus gastos. Por eso, mientras estudiaba, Rafa comenzó a trabajar de monitor con grupos de niños en clases extraescolares, pero cuando llegó la pandemia, todos nos encerramos en nuestras casas durante meses y esas actividades se cancelaron. Según la situación fue volviendo a la normalidad, algunos niños volvieron a las clases extraescolares. Sin embargo, no todos los padres estaban tranquilos y, por eso, los niños fueron a menos extraescolares, hubo menos trabajo como monitor... y a Rafa no volvieron a llamarlo.
Sin embargo, a Rafa lo llamaron para trabajar “por horas” como masajista. Pensó que había tenido suerte, pero nada más lejos de la realidad. Tenía un trabajo precario en el que renovaba mes a mes y siempre vivía con total incertidumbre. Solo cobraba las horas en las que tenía clientes, así que le quedaban un montón de huecos libres que pasaba en la consulta de brazos cruzados a la espera de que sonase el teléfono para dar alguna cita más. Rafa acabó decepcionado con el sistema y sintiéndose víctima de las empresas que llaman a los jóvenes para tapar huecos en la plantilla, sin intención ninguna de darles una oportunidad para conseguir un contrato indefinido.
Por último, hemos hablado con Saray, de 25 años. Ella estudia Educación Social en la Universidad de Extramadura y, anteriorment, había cursado un grado medio y otro superior. Por suerte, ella acaba de conseguir su primer trabajo.
Una de las reivindicaciones de la JOC, la Juventud Obrera Cristiana, es precisamente que se acaben los contratos precarios. Esta asociación se dirige a chicos y chicas como Rafa que viven en barrios periféricos, les dan herramientas para labrarse un futuro, los asesoran a través del llamado “equipo de vida”y los acompañan para que tomen las riendas de su vida profesional.