Un Bien infinitamente grande
La Firma de José Luis Restán de este miércoles, 10 de septiembre de 2025

La firma de José Luis Restán
Madrid - Publicado el
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Hace apenas dos semanas, en el Meeting de Rímini organizado por Comunión y Liberación, pudimos contemplar una hermosa exposición titulada “…Pero estoy vivo. Voces de Ucrania” que recogía diversas experiencias de auténtica humanidad bajo el horror de la guerra. A través de ellas se reconoce, como ha escrito el profesor Adriano Del’Asta, que “la paz y el perdón, reales y efectivos, son exigentes y difíciles, y requerirán libertad y tiempo, pero son posibles, son ya una realidad” incluso en un contexto como el de la martirizada Ucrania. Esto sucede cuando lo que determina la vida no es la ideología sino el corazón del hombre hecho para la verdad, para el bien y para la felicidad. Una de esas voces de Ucrania, la de Kateryna Zarembo, explica que la libertad, en lugar de ser la posibilidad de hacer lo que nos resulta más fácil y cómodo, como solemos creer, es “la posibilidad de hacer el bien” e incluso de convertir ese bien en esa otra cosa aparentemente imposible que es el perdón.
Otra de esas voces, impresionante, es la del sacerdote greco-católico Mykhailo Dymyd, que vio morir a su hijo en esta guerra, y desde la profundidad de su dolor puede decir estas palabras: “intento mostrar a todos lo bueno que es Dios, y que, en esta lucha, en medio de este mal, encontramos el bien. Y es a través del bien que encontramos como podemos vencer el mal. Es importante tener el bien en el corazón, es importante orar por el enemigo, no para que muera, sino para que sea bendecido por Dios. Porque, si es bendecido por Dios, tendrá sabiduría, amor y bondad, y será posible dialogar y negociar con él. Su dignidad cambiará, se convertirá. Esto es lo que intento comunicar a los demás dando testimonio de ello con mucha sencillez, a veces sin siquiera decirlo: intento vivir estas cosas”. Voces que nos llegan de Ucrania y nos hablan de un Bien (con mayúsculas) que no puede suprimir todo el torrente de mal que allí se derrama cada día.