Esa santidad que siempre está ahí

Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 22 de abril

Jorge Bergoglio llegó a Roma profundamente marcado por su formación de jesuita
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Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 22 de abril

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Jorge Bergoglio llegó a Roma profundamente marcado por su formación de jesuita, por su experiencia del catolicismo popular latinoamericano y su conciencia de la dimensión social de la fe. Era el primer Papa no europeo en muchos siglos, y todo ese bagaje ha dado forma a un pontificado, por un lado, con acentos muy tradicionales, pero que también ha roto esquemas. En este momento conviene separar el grano de la paja.

Cuando el sociólogo francés Dominique Wolton le preguntó a Francisco por las palabras clave de su pontificado, señaló, en primer lugar, la alegría: el encuentro con Jesús es la fuente de una alegría inagotable, y la Iglesia es la madre de esa admiración, de ese encuentro. Si lo olvida se vuelve seca. Para él, el secreto de la continuidad de la Iglesia a través de la historia, incluyendo sus errores y deficiencias, se encuentra “en esa santidad que siempre está ahí, ese humus que es el pueblo santo de Dios”.

Para Francisco eran igualmente miopes el “progresismo que se adapta al mundo” y el “tradicionalismo que añora un mundo pasado”; en cambio, proponía valorar cada estructura, uso y tradición en la medida en que favorezca el anuncio de Cristo. Creía que la forma de afrontar la descristianización no es el lamento por las posiciones perdidas ni la condena de los males del mundo, sino generar nuevas formas de presencia cristiana que solo nacerán del asombro ante la fe y de la alegría de pertenecer a la Iglesia. Es necesario pasar de un cristianismo establecido en un marco social acogedor, a un cristianismo de “testimonio”. La verdad es que Francisco se parecía muy poco a las caricaturas que de él han ido dibujando los ideólogos de ambas trincheras. A veces brusco e impetuoso, como san Pedro, ha preferido correr riesgos e incluso equivocarse, antes que permanecer inmóvil ante las dificultades de este momento histórico y ante la sed de Cristo de tantos contemporáneos. Ha sido un buen obrero en la viña, un pastor que no ha buscado su renta, un hijo agradecido de la madre Iglesia que, ahora, prosigue su camino.

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