Wenceslao Belem, un sacerdote de Burkina Faso, ha puesto voz y rostro a la campaña de Navidad de Ayuda a la Iglesia Necesitada que cada año hacemos nuestra en COPE. El Evangelio habla de esa perla escondida por la que merece la pena jugárselo todo, porque es el secreto de la vida. Para un cristiano, esa perla debería ser la fe. Eso es algo que entendemos mejor cuando lo vemos hecho realidad en historias como las que ha contado Wenceslao, que antes de iniciar el recorrido por las aldeas de la diócesis de Ouahigouya se confiesa para liberarse del miedo y para pedir la gracia de poder perdonar, y así se prepara cada día para lo que pueda ocurrir mientras lleva el anuncio de Cristo hasta el último rincón.
Seguramente, Wenceslao, como los 87 sacerdotes de su diócesis, los 70 seminaristas, 184 catequistas, y miles de familias cristianas que cada domingo se arriesgan a celebrar la Misa con guardias armados a las puertas de sus iglesias, podrían buscar un apaño.

Ponerse al resguardo, estar callados, mimetizarse… en último extremo, abandonar la fe. Son gente pobre y muy sencilla, alguno dirá que bastante tienen con sacar cada día lo necesario para vivir. Y, sin embargo, viven de la fe, y por eso no dejan de celebrarla ni de comunicarla con una alegría que nos parece incomprensible, porque en su territorio, cada semana los yihadistas intimidan, saquean y asesinan. La ayuda que podemos proporcionarles a través de la campaña de AIN será preciosa para atender a los desplazados, reparar las iglesias, formar a sus futuros pastores, levantar escuelas, mejorar la agricultura… Pero es que ellos ya nos han ayudado esta Navidad, haciéndonos comprender cuál es la perla escondida, aquello por lo que merece la pena apostarlo todo.