Ya son 18 los cuerpos recuperados del mar en los últimos días. Estos restos mortales pasarán por un largo proceso hasta ser enterradas, debido a que no se conoce nada de ellos. Lo más fácil, que todos los cuerpos acaben enterrados en un mismo nicho en el cementerio de Barbate (Cádiz).

Una vez que los cuerpos llegan a la arena de la playa, las distintas ONG y también la Policía Local trabajan de forma conjunta para intentar identificar alguno de estos cadáveres. Una de esas organizaciones es “Algeciras Acoge”, que realizan esa función para intentar conocer la procedencia de las personas que han fallecido en el mar.

Una de sus voluntarias es Encarna Márquez, que ha estado en los micrófonos de 'La Tarde' para explicar más detalles sobre esta trágica labor. “Todo depende del lugar donde sean hallados y, sobre todo, del espacio que haya para poder conservar el cadáver, ya que en algunos casos pasan entre seis y siete mes hasta que los familiares se hacen cargo del cuerpo”.

En relación a su trabajo, señala que lo principal es trabajar con fotografías y con copias de carnés de identidad. Cuando tienen esa información se la hacen llegar a la policía para empezar a trabajar de forma conjunta. Cuando la familia consigue identificar el cuerpo, se producirá a la repatriación, siempre que puedan hacer frente al coste económico. “En muchas ocasiones, los costes de repatriación superan los 6.000 euros, por lo que se suele realizar el entierro aquí en España”.

Por último, Encarna señala que es un horror participar en este proceso de identificación: “Es tanta la gente joven que pierde la vida en estos trayectos, que se merecen que los líderes políticos tomen cartas en el asunto para que, en sus lugares de origen, puedan tener más oportunidades y no se tengan que jugar la vida en el mar”.

Sobre el acompañamiento o la despedida que se realiza a estas personas, en la 'La Tarde' también ha estado Gabriel Delgado, secretario de Migraciones del Obispado de Cádiz, que ha explicado que la iglesia siempre tiene un recuerdo para estos fallecidos y que, en cada homilía se reza por los muertos “a ambas orillas del mar”.