Javier Quintero, psiquiatra: "Cada alerta del móvil es un microdesgaste que, sumados, tienen un impacto enorme en nuestra salud"
El especialista en salud mental analiza en La Tarde de COPE las causas y consecuencias del síndrome de burnout
Madrid - Publicado el
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¿Cuántas veces has pronunciado en las últimas semanas un "no puedo más" casi en automático? Ese hartazgo que aparece antes incluso de que suene el despertador, la sensación de estar seco por dentro, de avanzar por inercia como si alguien hubiera activado el piloto automático. Para muchos trabajadores, eso que empieza pareciendo estrés cotidiano termina convirtiéndose en algo mucho más profundo y devastador: el síndrome del burnout, el "estar quemado" en el trabajo.
Fernando conoce bien ese abismo. Durante años acumuló cansancio, ansiedad y una desmotivación creciente que cada domingo por la tarde se convertía en un calvario: "Era pensar en volver al trabajo y me daban taquicardias, ataques de ansiedad y en general no me encontraba bien", cuenta ahora, más sereno, tras haber dejado la empresa donde sentía que su esfuerzo nunca era reconocido. Su historia no es una excepción: es un espejo en el que cada vez se miran más españoles.
¿ESTRÉS O DESGASTE?
El burnout o síndrome del desgaste profesional no aparece de repente, de la nada. Se infiltra poco a poco, disfrazado de rutina. El doctor Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor, lo ve cada día en su consulta: "Vivimos tan rápido que hemos normalizado el estrés constante, pero cuando se vuelve crónico, cuando dejamos de recuperarnos y el cuerpo empieza a apagarse, ya estamos en terreno peligroso", advierte.
Quintero lo explica con una metáfora sencilla: el motor de un coche. Puedes pisar el acelerador para un pico de trabajo, para un día duro, para una entrega urgente. Ahí el estrés te ayuda. Pero cuando llevas meses acelerando sin descanso, llega un punto en el que el motor simplemente no da más. Si sigues intentando forzarlo, te acabas quemando.
Eso mismo ocurre con el cuerpo: entra en un agotamiento que no se cura con un fin de semana tranquilo. Aparecen dolores musculares, insomnio, ansiedad, pensamientos repetitivos que no se apagan por la noche. Y lo peor: un deterioro emocional que te hace sentir que ya no puedes con nada, ni siquiera con aquello que antes te ilusionaba.
Imagen de archivo
JUVENTUD QUEMADA
Uno de los colectivos laborales donde este desgaste está explotando es el sanitario. Un estudio reciente revela que más del 90% de los médicos jóvenes muestran síntomas de desgaste profesional. Una cifra que alarma incluso a los propios profesionales.
Para el psiquiatra del Infanta Leonor, el origen es una mezcla de factores: pérdida de motivación, exceso de carga administrativa, hiperconexión, falta de reconocimiento social y, sobre todo, una ruptura del equilibrio entre lo que uno da y lo que recibe: "Cuando sientes que entregas mucho y recibes poco a cambio, ahí nace el burnout. Ese desequilibrio es letal", explica.
LOS SÍNTOMAS
El burnout avisa, pero solemos mirar hacia otro lado. Estos son los primeros indicios:
- Cansancio que no se va, ni con descanso.
- Fatiga emocional, sensación de estar vacío.
- Rumiación mental, vueltas y vueltas a problemas laborales incluso en casa.
- Bloqueos físicos: dolor muscular, cefaleas, tensión corporal.
- Pérdida de motivación o ilusión por el trabajo.
Cuando todo esto empieza a ser el pan de cada día, es momento de frenar.
CAMBIAR exige un cambio profundo
Para el psiquiatra, la clave está en "blindar" el autocuidado, especialmente en momentos de mayor carga laboral. Lo que suele ocurrir es justo lo contrario: dejamos el gimnasio, dormimos peor, comemos deprisa, cancelamos planes. Pero ese abandono solo acelera la caída.
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También influyen factores invisibles. Los microestreses diarios —mensajes, avisos, correos, interrupciones constantes— desgastan más de lo que pensamos: "Cada alerta te saca de lo que estás haciendo. Son cientos de microdesgastes que, sumados, tienen un impacto enorme en nuestra salud", explica Quintero.
La desconexión digital, la higiene del sueño y momentos de pausa consciente son necesarios para no cruzar la línea roja.
el papel de las empresas
Quintero es claro: muchas compañías no están preparadas. Repartir manzanas o ofrecer una clase de yoga al final del día no solucionará un problema estructural: "El verdadero cuidado emocional empieza por una cultura laboral sana, donde la presión se gestione bien y el trabajador no viva en tensión constante". Picos de estrés puntuales pueden asumirse. El estrés permanente, no.