La inspiradora historia de María en plena Feria de Abril: de nacer con glaucoma a conquistar a toda Sevilla con este don particular
Una sevillana nacida del alma y la diversidad resuena como símbolo de inclusión y arte compartido

Una imagen típica de la Feria de Abril de Sevilla
Publicado el
2 min lectura
María Monserrate Estepa Amador nació con glaucoma. Su madre contrajo la rubeola durante el embarazo y, desde entonces, la vista fue un sentido que se le fue apagando. Pero su voz, su oído y su alma fueron afinándose hasta hacerse flamenco.
“Desde niña, el cante me envolvía como un abrazo”, relata María en ‘La Tarde’. “En mi casa no había silencio”. Nieta de un cantaor apodado Carbonero, creció entre letras y palmas. Hoy, a sus 49 años y completamente ciega, es parte fundamental de un proyecto de flamenco inclusivo que, en sus propias palabras, convierte el arte en “un acto de justicia”.
la seveillana que no nación de un pentagrama
La chispa creativa surgió en una clase de baile inclusivo. María, inspirada por los sonidos que llenaban el aula —pisadas, bastones, motores de sillas de ruedas— sintió la necesidad de convertir aquella sinfonía en canción.
“La verdad que fue muy emocionante”, recuerda. “Al estar rodeada de ellos y yo sentir lo que yo estaba sintiendo, quería plasmarlo. Volví a casa, lo puse en los audios como mejor pude, busqué la rima y le dije a Pepe: ‘¿Qué tal si hacemos una sevillana? Esto tendría que salir’”.
No era una sevillana cualquiera. Era una que hacía visible lo que a menudo no se ve. “La diversidad también tiene su propio ritmo, su propia música”, insiste María. “Cada persona refleja su esencia en el suelo, en la tarima, en el ambiente”.
visibilizar desde el arte
Pepe Galán, bailaor y coreógrafo, ha dedicado más de una década a su proyecto de flamenco inclusivo. Esta sevillana fue su primera incursión en el formato musical tras años de espectáculos teatrales.
“Sin querer queriendo, al final se cumplen los sueños”, dice Galán. “Me siento obligado a visibilizar el talento de las personas con discapacidad. Esta sevillana es para la Feria de Sevilla, pero también para todas las ferias del mundo”.
Para él, lo importante no es la perfección académica sino la autenticidad de cada persona. “No se trata de hacer un taller solo de sevillanas”, explica. “Es flamenco de todos los palos, adaptado a cada quien. Porque el flamenco no excluye: incluye”. Y añade: “Yo hago que todos se tapen los ojos en los talleres, porque cuando cerramos los ojos, el cante se siente mejor”.
EL FLAMENCO COMO LIBERTAD
María ha dicho que el flamenco es como “una mano invisible que te guía”. En antena, lo explica con profundidad: “El flamenco te hace ser libre”, afirma. “Desde el momento que pones el bastón en la calle, es imposible que el entorno no te influya. Pero cuando estás en un escenario o componiendo una letra, conectas con tu esencia. No hay estímulos negativos ni positivos, solo tú, el arte, y lo que eres como persona humana”.
La sevillana que compusieron María y Pepe no solo emociona, sino que demuestra lo que debería ser evidente: el arte no excluye, sino todo lo contrario. “Que todos somos humanos, todos somos iguales”, repite María. Y esa verdad, que nació entre pasos y bastones, hoy baila en la Feria de Sevilla.