Escribe una carta al conductor de coche que le dejó huérfano y su respuesta le deja sin palabras: "La rabia..."
La justicia restaurativa transforma el rencor de una víctima en un acto de perdón y entendimiento
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El caso de Gabriel Orcasitas ha recorrido el mundo por un motivo insólito y profundamente humano. Condenado en Estados Unidos a 10 años y medio de prisión por homicidio tras una pelea de tráfico que terminó en tragedia, su historia ha sido marcada por un gesto sin precedentes: la familia de la víctima utilizó inteligencia artificial para "revivir" digitalmente al fallecido y que este, en su propio juicio, pudiera transmitir un mensaje de perdón a su agresor.
Lo que nos lleva a hablar también de justicia restaurativa, en La Tarde, destacando el impacto emocional de ese gesto y la posibilidad de que, aunque no se sepa con certeza, haya influido en la sentencia final.
GUARDIA CIVIL
De la rabia al pedrón: el caso de juanfran en españa
Pero no hay que cruzar el Atlántico para encontrar ejemplos poderosos de justicia restaurativa. Juanfran Correa perdió a su padre hace seis años. Un conductor se saltó un semáforo y lo atropelló mortalmente. Era el último semáforo que tenía que cruzar esa mañana para llegar a su trabajo. Tenía 53 años.
El conductor fue condenado, pero no entró en prisión: solo recibió una pena de un año. Y nunca mostró señales de arrepentimiento. “Ni en los cinco años previos, ni en el juicio, ni posteriormente”, relató Juanfran. “Eso fue acrecentando ese rencor”.
El intento fallido de reconcilación
Movido por la necesidad de comprender y sanar, Juanfran contactó con José Castilla, presidente de la Asociación de Mediación de Andalucía, para iniciar un proceso de justicia restaurativa. Pero el hombre que había atropellado a su padre “no estaba en disposición para ello”, explicó. La negativa supuso otro golpe: “Eso acrecentó mi rencor, mi rabia, claro”.
Sin embargo, Juanfran no se detuvo ahí. En un gesto que asombró a muchos, escribió una carta pública al conductor. En ella decía: “Quería expresarte que no te guardo rencor, que entiendo que debe haber sido también difícil de gestionar algo tan dramático para ti… Y también que no creo mucho en el castigo como método reparador”.
Sobre ese acto de perdón, Juanfran aseguró: “Fue muy liberador poder expresarlo… tanto hacia él como hacia mi comunidad, mis seres cercanos, y mi familia”.
Otro momento del simulacro
UN ENCUENTRO INESPERADO, PERO NECESARIO
Aunque no pudo tener el encuentro que anhelaba con el responsable de la muerte de su padre, sí participó en una experiencia restaurativa con otra persona: un hombre que había atropellado a alguien y deseaba ser escuchado, pero cuya familia no quiso reunirse con él. “Estábamos los dos, digamos, predestinados a encontrarnos y a sanar ese sufrimiento”, explicó.
El encuentro fue facilitado por un mediador y duró más de dos horas. “Fue muy transformador… poder humanizar a esa otra parte y poder escuchar también su dolor”, contó Juanfran.
Lo que le dolía, explicó, no era solo la muerte de su padre, sino la actitud del conductor: “La rabia era por la manera en cómo lo estaba gestionando, por su actitud de no disculparse y porque en redes sociales se promulgaba como figura de éxito… había una disonancia con respecto a lo que yo estaba recibiendo de él, que era una falta de responsabilidad emocional”.
La justicia que cura
La historia de Juanfran es un testimonio de cómo la justicia restaurativa puede ofrecer algo que la justicia penal muchas veces no logra: consuelo emocional, entendimiento, cierre. No se trata de sustituir los procesos judiciales, sino de complementarlos con una dimensión más humana, centrada en la reparación del daño.
A través del diálogo, la empatía y el perdón, esta vía alternativa muestra que incluso en medio del dolor más profundo, es posible encontrar luz. Gracias a la justicia restaurativa, Juanfran ha podido perdonar… aunque no le pidieran perdón.