Volver a casa. Esa es la prioridad. Volver a casa y encontrártela en pie, con todas tus pertenencias y todos tus recuerdos esperándote en el sitio de siempre. Segunda prioridad: que los animales que dejaste atrás están vivos, que no les haya pasado nada.

Una vez que has comprobado eso, la tercera mirada es inevitable. Salir con mas calma al exterior y ver la tierra quemada. Kilómetros y kilómetros de manto negro a tu alrededor. Lo que ayer era verde y refrescaba el aire y calmaba los sentidos hoy es un desierto negro que tardará años en regenerase. Y se te cae el alma a los pies.

Este proceso, esta sensación la han sufrido por desgracia miles de personas este año en España. Los últimos los vecinos de los incendios que han asolado la Comunidad Valenciana, el de Vall de Ebo en Alicante y el de Bejís en Castellón. Después de diez días de infierno, por fin todos los desalojados han podido regresar a sus casas.

Sus 29.000 hectáreas quemadas se suman a las de los 50 grandes incendios que han calcinado España este año y que suman ya 230.000 hectáreas abrasadas por las llamas. Otro dato impactante: el 40% de la superficie quemada en la UE ha sido en España.

Y ojo que estamos a 22 de agosto. Que esto no ha acabado todavía, que las temperaturas siguen altas y continúa sin llover una gota en buena parte del país. La emergencia climática no lo explica todo.

Buena parte de Europa sufre la peor sequía en años y también incendios desoladores y aun así la comparativa es trágica. Solo en uno de los grades incendios españoles, el de la Sierra de la Culebra se han quemado más hectáreas que en toda Francia. La emergencia está en analizar seriamente las causas, actuar para que no vuelva a suceder, trabajar en al rehabilitación de las zonas quemadas y que las ayudas lleguen a los damnificados cuantos antes.

En unos minutos estamos con vecinos de las provincias de Alicante y Castellón que acaban de regresar a sus casas.