Un servidor, hace 30 años, era becario en una revista económica. Y un día como hoy, 14 de diciembre, me empeñé en ir a trabajar a pesar de que había convocada una huelga general. Para evitar problemas en el transporte público fuí andando a trabajar. Madrid estaba desierto. Los sindicatos le echaron un pulso al Gobierno de Felipe González y se le ganaron. La huelga general consiguió paralizar el país, Guerra entonces vicepresidente aseguraba que había que negociar. En un estupendo articulo que ha escrito Joaquin Vizmanos en Cope.es se recuerda que aquella hulega general se montó contra un plan de empleo juvenil que quería flexibilizar el mercado laboral. González estaba al frente de un Gobierno con mayoría absoluta, y en contra de lo que pedían sus bases electorales desde que llegó al poder realizó importantes reformas para modernizar nuestra economía. Ahora 30 años después estamos en las antípodas. Tenemos un Gobierno socialista con 80 y pocos diputados, que solo puede gobernar por decreto y que quiere llegar a un acuerdo con los sindicatos para echar atrás la reforma laboral. El presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, ha denunciado que el Gobierno de Sánchez y los sindicatos han llegado a un acuerdo para hacer la contrareforma laboral. Los empresarios retan a Sánchez a que vaya al Congreso a aprobar su reforma. Un Gobierno debilísimo como el de Sánchez se mete a hacer una contrareforma laboral cuando los síntomas de ralentización nos llegan por todos lados. Hoy mismo el Banco de España ha rebajado la previsión de crecimiento al 2,5 por ciento. Cae la demanda externa. Que puede seguir bajando, ayer el todavía gobernador del Banco de España anunció el fin del programa de compra de bonos que desde 2015 ha estado dopando la economía europea