Guillermo Peñuelas es nadador de rescate y operador grúa en el Helimer de Valencia. Ha perdido varios compañeros ejerciendo su trabajo, es duro pero hay que seguir adelante.
El secreto está en entrenar permanentemente y estar bien físicamente. ‘Todo lo que hacemos lo entrenamos cientos de veces con muñecos, pero cuando rescatamos a personas siempre suelen surgir imprevistos” dice Guillermo.
Su mujer y sus hijos se preocupan mucho cuando sale y no se quedan tranquilos hasta que llama para decir que todo había salido bien, al principio mucho más pero ahora están acostrumbrados y saben que su profesión es así y lo asumen.
Lleva 25 años ejerciendo su profesión, y no puede contabilizar las vidas que ha salvado. Se ha visto en situaciones como las de hundirse con un barco mientras rescataba a unos náufragos, o tener que quedarse en el agua con ellos mientras el helicóptero iba a repostar porque no tenía combustible suficiente para terminar la operación, o tener que bajar cerca de unos acantilados con olas de más de tres metros y de noche, para rescatar a un piragüista que se había quedado atrapado en una cueva.
Espera jubilarse antes de la edad a la que nos jubilaremos los demás, tiene una reducción que se lo permite, pero mientras tanto Guillermo Peñuelas seguirá salvando vidas.