Las calles de Barcelona están totalmente desdibujadas por la violencia desatada y el fuego. La maravillosa ciudad condal, la de grandes avenidas, luminosa, moderna, abierta al mar, es oscura, por tercer día consecutivo y está en manos de los violentos. 

Vías cortadas con barricadas de fuego, jóvenes desatados que intentan arrancar los adoquines de las calles para lanzarlos directamente a la policía, señales de tráfico extirpadas y convertidas en escudos, ciudadanos que salen a apagar el fuego con sus propios extintores y que reciben brutales palizas. Un enfrentamiento civil, que está causando miedo, preocupación, y tristeza entre los barceloneses y de la sociedad española en general. 

Para contener esta violencia desproporcionada el Gobierno ha enviado 300 efectivos antidisturbios. En la tarde de este miércoles, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha planteado que actuará con "moderación" y "firmeza" ante los episodios de violencia, y sin descartar ningún escenario.

Y es que el centro de Barcelona se ha convertido en el escenario de una batalla campal por segunda noche consecutiva, tras la manifestación que han convocado esta tarde los Comités de Defensa de la República y que ha derivado en enfrentamientos entre grupos de manifestantes violentos y policía.

Después de concentrarse en la confluencia de la Gran Vía con la calle Marina, una parte de los manifestantes se han dirigido a la conselleria de Interior, donde han lanzado objetos contundentes a los agentes apostados alrededor del edificio, que han respondido con varias cargas.

Ante la respuesta policial, varios centenares de jóvenes violentos se han dispersado por las calles cercanas a la consellería de Interior y han levantado barricadas. Pero los ciudadanos de a pie, los que quieren vivir en paz, ¿cómo lo están viviendo? Preocupación, miedo, estupor, incertidumbre… David García, lleva 35 años viviendo en Barcelona, es autónomo (lo que significa que estas revueltas están afectando a su bolsillo) y actualmente, regenta una clínica veterinaria en la ciudad condal. "Llevo muchos años aquí y veo que la cosa ha cambiado", le ha comentado a Beatriz Pérez Otín. "La gente me llama diciéndome que no puede venir a la clínica y pidiéndome algún tipo de tratamiento para sus animales", ha añadido.

Para el publicista Juan Fernández, "jamás, nunca se había vivido así". En su caso, la facturación también se resiente en días como estos.

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