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LA NOCHE DE COPE

Herrera y Adolfo Arjona viven juntos El Rocío montados en coche de caballos

Carlos Herrera le cuenta a Arjona que siente impotencia y resignación por que este año no se puedan vivir estos días en la aldea de El Rocío

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Andrés GarcíaLa Noche de COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 03:45

El año pasado, Adolfo Arjona y su equipo te llevaron en directo el salto a la reja en la Basílica de la Virgen del Rocío y todo el ambiente previo que se vive en la aldea. La alerta sanitaria ha impedido que este acontecimiento se produzca en 2020, pero aún así, Arjona ha encontrado la manera de hacerte vivir toda la esencia de El Rocío a través de conversaciones con amigos que se va encontrando en el camino, junto a una candela, en las calles de la aldea o en el interior de una de las casas que en estos días se encuentran repletas de ambiente festivo y devoción a la Blanca Paloma.



Ir a la aldea de El Rocío es como trasladarse a otra época. En vez de asfalto hay arena, las casitas blancas tienen ese aire antiguo, ese ambiente de pueblo que hace que te apetezca entrar sabiendo que vas a ser bienvenido, pero justo antes de visitar una de esas casas, Arjona se encuentra con alguien que se le acerca subido en un coche de caballos. Es Carlos Herrera. Ahí comienza un paseo por la aldea acompañado de una conversación con la devoción a la Virgen del Rocío como eje.

EL PASEO

Suena un tamboril y una flauta. Una copa de manzanilla y un brindis por la ventana. Cada tarde en los días previos a Pentecostésesta ha sido la enseña de Carlos Herrera: “Brindo desde el balcón de mi casa por la gente que vamos por el camino cantando y rezando; porque Andalucía sabe cantar y rezar a la vez”. Por eso, venir al Rocío en Pentecostés es devoción y alegría, un lugar que une e iguala a todos sin mirar cómo ni por qué. Pero este año, el coronavirus no ha permitido que se celebre esta tradicional romería, a pesar de que “cuando llegó el virus algunos, que quieren ver siempre la intransigencia en la acera de enfrente” pensaron que no se podría tolerar. Sin embargo, “cuando llegó el virus, los primeros responsables y los primeros en decir que las cosas no se podían hacer fueron los cofrades de Málaga, de Sevilla, de Huelva, de Valladolid. Y no hicieron ningún numerito histérico ni de vómito ciudadano en contra; no, no. Lo que no se puede hacer, no se puede hacer”.

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Este año no habrá arroz con habichuelas en la casa en la que año tras año Carlos Herrera pasa su Rocío. Un lugar de encuentro en el que “no falta un vaso de vino, un abrazo, un cante o un baile prácticamente para todos. Y esa sensación de igualdad, esa sensación de que estamos todos aquí, y hemos venido por una razón fundamental es esa Virgen Morena que está ahí en la ermita”.

MANERAS DE VIVIR EL ROCÍO

Carlos Herrera vive más el Rocío desde fuera que desde dentro donde tiene “una humilde morada”. Venir al Rocío es “emocionarte con las cosas sencillas que vemos aquí”. Y Carlos Herrera va cada fin de semana de otoño e invierno y algún que otro en primavera porque es aquí donde “descanso, desconecto y soy un hombre inmensamente feliz”.

Conocer el Rocío es apreciarlo y admirarlo. Carlos Herrera desconoce quien critica el Rocío, pues todo lo que ha leído de esta religiosidad popular es “literatura admirativa”. Incluso los baches de sus calles que carecen de asfalto son tan “inevitables” como “agradables”. Como le decía a su admirado Manolo (el padre de Mariló Montero): “Manué, la gracia de esto está en no asfaltarlo”. Solo durante la Romería de mayo se prohíbe el paso a los coches en toda la aldea de El Rocío. La prioridad la tienen los caballistas y los peregrinos de a pie, aquellos con los que se comparte la felicidad del Camino, con tu hermano rociero.

Vídeo

Todos los que van al Rocío en los tres días grandes de la fiesta de Pentecostés tiene mucho que compartir con los demás, no solo "una bandeja de cartón con una tortilla cortada en trozos y vino frío, también conversación, amabilidad, hospitalidad y cariño. Y todo, además, porque hay una Virgen morena en esa ermita que es la que unifica todo esto. No hay tradición en el mundo que soporte tantos años como estos sin que estuviera la Virgen como factor unificador”.

LOS RECUERDOS

El Rocío también es recordar a aquellos que ya no están. Carlos Herrera habla de su amigo Gregorio: “Él venia de Sevilla, traía los periódicos, yo le invitaba a desayunar y nos íbamos a ver a la Virgen”. Y Carlos Herrera la sigue visitando porque, según dice, tiene “muchas cosas” que pedirle y Ella siempre le dice lo mismo: “No, no, el mando también lo tienes tú. Las responsabilidades, compartidas”. Este año, con un camino vacío, en silencio, lejos de los más de 100 simpecaos y de sus hermanos, el Rocío espera porque “un buen rociero sabe que la Virgen está donde está”.

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