Santiago Sánchez, el español que lleva un año detenido en Irán: "Pedimos a Exteriores que haga algo"

Se va a cumplir un año del encarcelamiento en Irán de Santiago Sánchez, el español que trataba llegar desde España a Qatar andando para ver el mundial de fútbol.

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Santiago Sánchez, el español que cumple un año detenido en Irán

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Santiago Sánchez es un español que está a más de 6.000 km de su casa. Y no de turismo, precisamente. Es la historia de un hombre roto, desesperado, por momentos y en una situación límite. Un chico español que lleva un año encarcelado en Irán, un país que no se caracteriza por la defensa de los derechos humanos. "No puedo más, llevo cuatro días sin comer... estoy en huelga de hambre, ya no puedo más".

Un aventurero de Alcalá de Henares de 41 años que lleva prácticamente un año preso en Irán. En enero del año pasado, partió desde suelo español en un viaje solidario a pie que tenía como destino Qatar, sede del Mundial de Fútbol, pero jamás llegó. Después de recorrer una decena de países, el 2 de octubre cruzó la frontera de Irán. Semanas más tarde, a su familia le dijeron que había sido detenido en la ciudad de Saquez, después de que le condujeran a visitar la tumba de Masha Amini, la joven iraní que falleció bajo custodia policial tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo. Le acusaron de espionaje sin una sola prueba. Para que nadie olvide su agonía, sus allegados han convocado este domingo una concentración silenciosa frente al ministerio de Asuntos Exteriores.

Su familia y sus amigos han vivido un auténtico calvario todo este tiempo tratando de encontrar la manera de visibilizar su caso y que no caiga en el olvido, tanto para las autoridades españolas como para la sociedad. Tienen claro que si Santiago no se hubiera parado en la frontera de Polonia- para ayudar a los ucranianos que huían de la guerra que acababa de empezar- no estaría preso ahora, como nos ha contado Jorge, uno de sus amigos: "Decide paralizar el viaje para irse a ayudar en la frontera de Ucrania un mes, y eso es lo que le hace retrasarse".

Le dicen que es inocente, en un primer momento le aseguraron que saldría en junio, pero van pasando los meses y nada. Se ha puesto en huelga de hambre y ya ha perdido más de 10 kilos, y por si faltaba algo, sufre un tremendo dolor de muelas, ni siquiera ha podido verle un dentista.

Su entorno se comunica con él a través de Skype. Él llama casi a diario desde un teléfono fijo, pero nunca saben ni a quién va a llamar ni cuándo. Cuentan que llamar no es un privilegio suyo, sino de todos los presos que lo pueden pagar. Explica su entorno que el tiempo en la cárcel lo pasa practicando deporte, enseñando español a los reclusos y en el taller de carpintería. Duerme poco y mal. Los martes son los días de visitas en la cárcel de Evin. Aunque a él no le va a ver nadie, así lo explicaba él mismo el pasado 5 de septiembre: "No me quedan ni lágrimas... intento hacerme el fuerte, pero ya no puedo más. Muchas gracias y no me dejéis".

Entretanto, el Ministerio de Exteriores explica que no tiene novedades en relación a este caso. Siguen con atención todo y dicen que en todas las conversaciones que mantienen las autoridades de Irán les exigen su inmediata liberación, pero, por lo visto hasta ahora, esas conversaciones no dan fruto. Santiago trata de no perder la esperanza, pero a veces es imposible: "No puedo contar la verdad porque me perjudica".

Ante esto, su amigo Jorge, como todo su entorno, pide al ministro de exteriores que haga más. Reclama una mayor implicación: "Que por favor el ministro de Asuntos Exteriores haga algo más... porque esto es inaudito".

Y lo peor, aún, es la incertidumbre, avisa su amigo Jorge. Te recuerdo que Santiago se encuentra en la cárcel de Evin, en Teherán, una de las más duras de Irán. Una prisión que destaca por los métodos de tortura que ahí se usan, sobre todo, contra los opositores políticos. En esa cárcel están la mayoría de presos por motivos políticos, periodistas, defensores de los derechos humanos, y ciudadanos extranjeros.

La excarcelación de otra española también presa en Irán, Ana Baneira, el pasado mes de marzo, volvió a arrojar algo de esperanza sobre el caso de Santiago. Su familia ya pidió entonces más esfuerzos para conseguir la liberación de su hijo, durante una manifestación frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid. Petición que, por ahora, ha caído en saco roto.

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