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La herencia que mató a Fernando Iglesias

Había cobrado 26.600 euros y se lo contó a dos amigos

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 22:50

A esta historia no le falta ni un ingrediente. El pasado 13 de agosto Fernando Iglesias tenía que haber vuelto a la prisión de Orense tras un permiso de fin de semana, pero no lo hizo. Desde el inicio se sospechó que algo le había pasado. Iglesias, de 63 años, llevaba en prisión desde 1996 cuando mató a su mujer y a sus dos hijos de 18 y 12 años en su casa de Jinámar (Gran Canaria). Le quedaban menos de tres años para salir en libertad, ya estaba en tercer grado y tenía permisos cada fin de semana.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad distribuyeron su foto, pero lo que no se sabía es que la Guardia Civil seguía los pasos de dos individuos, dos compañeros de prisión de Iglesias; uno, Francisco Javier G., de 43 años, regentaba una granja de pollos a la que iba a trabajar Iglesias en los permisos. Con el otro, Óscar G., de 38, también compartía planes. Fueron ellos los que mataron a su amigo y lo enterraron en una finca de Piñor (Orense), a varios kilómetros de la granja. El móvil fue quitarle la herencia que había cobrado Iglesias de su madre. Los agentes desenterraron el cadáver a finales de diciembre y el juez ha enviado a los dos presos de nuevo a la cárcel.

Había cobrado 26.600 euros y debió de contárselo a sus amigos. En la segunda quincena de agosto Francisco Javier y Óscar sacaron 15.000 euros de la cuenta de Fernando en bancos de Orense, Pontevedra y norte de Portugal. Utilizaron sofisticados sistemas para sacarlo y para borrar el rastro.

Había tenido 81 permisos y nunca se había fugado, por lo que concluyeron que la desaparición era forzada. Pensaron que la clave podía estar en el dinero y Empezaron a seguir el rastro del dinero a través de esos bancos donde lo habían ido sacando. Al interrogar a sus amigos dieron a entender que era Iglesias el que había sacado el dinero para fugarse.

Se cree que son ellos los que han sacado el dinero pero no se sabe dónde está la víctima. Desde finales de septiembre se les vigila las 24 horas y se van viendo todos sus movimientos desde que Iglesias salió de la cárcel hasta la última vez que se saca en un cajero. De ahí se concluye que la víctima fue asesinada a las pocas horas de salir de prisión en la granja de pollos de Maside que tenía arrendada Frac. Y en la que colaboraba Fernando.

La Guardia Civil los sigue hasta que en noviembre detectan movimientos raros de uno de los sospechosos quizá porque “muerde” a los agentes. Se decide precipitar las detenciones.

Pues durante dos días y bajo secreto los agentes inspeccionan y excavan en la granja de pollos pero no encuentran el cuerpo. Hubo que contar con apoyo de unidades especializadas como técnicos de georradar y drones y una treintena de efectivos. En la granja estaban los restos de miles de pollos, pero no Fernando. El cuerpo fue encontrado a varios kilómetros enterrado en una finca de un familiar de Francisco Javier, tapado con un plástico. Hasta allí los llevó el otro detenidos. Para la realización de los registros y tomando como hipótesis que hubieran enterrado el cadáver a varios metros de profundidad, se realizó un gran despliegue, con el uso de manera simultánea de medios del Servicio Provincial de Emergencias de Ourense, drones de la Unidad de Drones de AXEGA y detectores especiales de las Fuerzas Armadas (EDEX de Zarpadores 7 de la Brigada Galicia 7) así como la contratación de empresas privadas para la extracción de tierra y residuos.

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