Mamen Vizcaíno: "Estos tres meses de guerra nos dejan sumidos en una nueva crisis económica"

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Se cumplen 100 días de la guerra en Ucrania, de un conflicto que muchos en Occidente no vieron venir, al menos en las dimensiones a las que ha llegado. Una guerra que empezó en la puerta este de Europa, pero que en sus múltiples facetas ha cruzado fronteras, mares y océanos. Un conflicto que nos obligó a entender lo que era una guerra híbrida, esa que se libra no sólo en el terreno sino también en la red, en el hackeo, que pone en jaque a la economía del enemigo y de quien se atreve a defenderlo y que llega a financiar a partidos políticos afines a sus intereses.

Todo esto y mucho más ha pasado durante estos cien días de guerra. Desde que el presidente Putin dijera aquello de “operación especial”. Porque aquí también es importante el lenguaje.

La cara más amarga, la imagen que nos estremece todos los días, además de las víctimas mortales. Por supuesto, la de aquellos que lo han perdido todo. Que salieron de Ucrania con lo puesto y que cuando han vuelto, si es que han podido volver, lo único que han encontrado es destrucción. No hay casas, no hay colegios, no hay tiendas, no hay vida o al menos la vida que ellos tenían.

Natalia salió del país a las 48 horas del comienzo de los bombardeos. Ahora trabaja en una empresa de remolques en Zaragoza. No quiere ser refugiada y su único deseo es volver.

Vitaly se ha quedado en Jerson, una de las primeras ciudades controladas por los rusos. Sale cada día a las calles para echar una mano a sus vecinos repartiendo medicamentos y alimentos. La ciudad está en pleno proceso de rusificación.

Más de 12 millones de personas han tenido que dejar sus hogares. Cerrar la puerta y marcharse donde pudieran o donde les dejaran porque hasta en esto, Rusia ha sido cruel. Impidiendo y retrasando la salida de convoyes humanitarios y bombardeando aquellos corredores que significaban la única alternativa para miles y miles de familias. Siete millones de personas han cruzado la frontera para huir de ese horror y buena parte de ellos lo han hecho hacia Moldavia, el país que hoy visita el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y que, en proporción a su población, más refugiados acoge.

Es muy complicado no emocionarse e ignorar que durante estos cien días ha habido mucha gente, muchas familias, muchos niños que han desafiado a la muerte viviendo en túneles, en sótanos, en refugios, bajo tierra. Al fin y al cabo, porque sobre sus cabezas las bombas se han cebado no sólo con instalaciones militares o estratégicas, sino también con edificios civiles, hospitales y colegios. Casi 2.000 centros escolares han sido atacados. No es sólo lo que eso representa ahora mismo sino el complicado futuro que les espera a esos chavales, muchos de ellos convertidos en refugiados en países extraños. Países como el nuestro que les acogen y que intentan que esa brecha educativa sea lo más pequeña posible. Aunque, es tremendamente complicado.

Estos tres meses de guerra nos dejan sumidos en una nueva crisis económica. Aunque parezca que la batalla se está librando en una parte muy concreta de Europa la realidad es que esa batalla está dejando otras víctimas. Tenemos los precios de la energía desbaratando todas las previsiones. Cuando los analistas empezaban a mostrar cierto optimismo porque nos estábamos recuperando de la pandemia, la invasión de Ucrania ha puesto una losa en las posibilidades de crecimiento de la economía de la que va a ser muy difícil desprenderse.

La Unión Europea se enfrenta a un nuevo reto y lo está haciendo con más o menos unidad aunque cada paquete de sanciones que hay que aprobar, que hay que sacar adelante cada vez cuesta más. Y cuesta más porque al final cada nación mira por sus intereses.Y Alemania mira por lo que puede sufrir su industria, su economía si cierra de golpe la importación de petróleo o gas. Y Hungría hace lo mismo y Francia, y Países Bajos, Italia, todos.

Y aquí pues el gobierno intenta que cale entre la población el mensaje de que durante este tiempo lo han hecho fenomenal. Que no han parado de aprobar medidas que nos lo están poniendo todo un poco más fácil. A pesar de que los carburantes estén en máximos, la electricidad sea casi un bien de lujo, que la gente cada vez meta menos cosas en el carrito cuando hace la compra o que salga menos de cañas y tapas porque ese dinero tiene que dedicarlo a bienes que están mucho más caros o intente ahorrarlo porque sabe que esto va para largo.

Así es que estos días escucharemos muchos mensajes de lo buenos que somos de lo bien que lo estamos haciendo porque acaba de arrancar la campaña electoral en Andalucía. Y todas las encuestas apuntan a Juan Manuel Moreno Bonilla como vencedor aunque la duda es si podrá gobernar con una mayoría suficiente que no le ate a VOX.

Acabamos de arrancar la campaña en Andalucía elecciones el 19 de junio y a nadie se le escapa que son un termómetro de las generales. Tendremos tiempo de hablar de ellas de aquí a finales del año que viene.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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