Diego Garrocho: "Intelectuales afectados que pueden hablar durante horas sin acabar diciendo absolutamente nada"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, critica el uso de frases vacías y clichés en el discurso político y académico, señalando su falta de contenido real

Madrid - Publicado el
2 min lectura
Pues en política hay una colección de frases que hemos escuchado una y mil veces. Quienes las pronuncian lo hacen con la gravedad de quien cree que está diciendo algo genial, pero en el fondo estas oraciones funcionan poco más o menos que como un ruido blanco. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso de no todo vale en política? ¿O estamos en el lado correcto de la historia? ¿O hay que hacer política con altura de miras? ¿La política es el arte de lo posible? ¿No vamos a dejar a nadie atrás? ¿Es el momento de estar unidos? ¿O esta, para mí es especialmente letal, la de hay que poner no sé qué en el centro?
Pero es que hay más. La política debe estar al servicio de los ciudadanos. Es un ataque sin precedentes a la democracia. Hay que dar voz a los sin voz. Hay que tender puentes y no levantar muros. O hay que pasar de las palabras a los hechos.
Estas frases no entrañan ideología porque apenas expresan idea alguna. Sencillamente, son frases que casi no son. Lo que dicen acaba por no significar nada, y es que en muchas ocasiones nuestros políticos se ven obligados a llenar el silencio, pero evidentemente no siempre tienen algo que decir. Es ahí cuando se echa mano del cliché y se enuncia la frase manida.
Lo peor de todo es que estos topicazos se pronuncian a veces con tanta solemnidad que da la sensación de que quienes los dicen ni siquiera se dan cuenta de lo ridículo y lo consabido que suena todo. Llenar el aire con palabras sin significado o con significados gastados no es, sin embargo, un patrimonio exclusivo de los políticos.
En el año 2005, el filósofo Harry Frankfurt escribió un libro titulado On Bullshit, que se tradujo como Sobre la charlatanería. En él, el pensador norteamericano hacía una crítica —casi diría que una mofa— de todos esos intelectuales afectados que pueden hablar durante horas sin acabar diciendo absolutamente nada.
Y no sé ustedes, pero yo, cada vez que escucho palabras como disrupción, sinergia, empoderar o resiliencia, más que asentir, lo que me dan ganas es de llevarme la mano a la cartera.