Salvador Pinto, un vecino de Alzira, en Valencia, pudo cumplir este pasado martes todo lo que había deseado durante los 89 días que estuvo ingresado en el hospital: abrazar a su hijo Dani. En estos tres meses hubo momentos donde literalmente... estuvo bordeando la muerte. Neumonía bilateral, episodios de arritmias, derrames múltiples, infecciones constantes, problemas en los riñones. Cuando a mediados de marzo empezó a notar síntomas de gripe, no pensaba que derivaría en todos estos problemas. Fueron 68 noches en la UCI luchando minuto a minuto para salir de aquella como fuera. Ni siquiera fue consciente del estado tan grave en el que había estado. El 2 de junio salío de la UCI y pasó a planta pero tenía que estar en aislamiento. María Jesús, su mujer, decidió aislarse con él durante 21 días porque era totalmente dependiente, necesitaba de alguien que estuviese con él 24 horas. Había perdido tanta fuerza en los músculos que no podía ni andar. El martes Salvador salió del hospital y pudo decir definitivamente que había ganado la batalla al coronavirus. En su pueblo, amigos y familiares le prepararon una sorpresa. Por supuesto allí tambien estaba su hijo Dani. Durante este tiempo el teléfono ha sido la única forma que Salvador tenía de estar en contacto con su hijo Dani. Le daba fuerzas y le ponía al día de como estabaero había una cosa que lo protagonizaba todo. Una pasión que unía al padre y al hijo.