Cuando calló el muro de Berlín, cuando se desintegró la Unión Soviética, empezó el fin del milagro "romántico" de la revolución. Y poco a poco han ido saltando todas las costuras. De hecho como pasó en Europa, todo el mundo intenta salir como allí como todo el mundo intentaba saltar el muro. Al revés, ni uno.

Pero Cuba es una isla, a ver quién va a Cuba, pero no para ir a un resort, para vivir como un Cubano, en ese caso no va ni Blas. Como cuando cayó el muro, nadie saltó para meterse en la Alemania del Este.

Porque la clave es la libertad. Eso que gritan los cubanos que se han atrevido a salir a la calle. LI-BER-TAD. Nada más y nada menos. No se sabe lo que supone hasta que no se echa en falta.

En cierta ocasión (yo he visitado Cuba, creo que 4 o 5 veces) en cierta ocasión, digo, Enrique Campo y yo paramos a comer en un restaurante junto a Capitanía, en La Habana. Una Capitanía, por cierto, donde se mantienen los tronos tal cual de los Reyes de España.

En aquel restaurante, como en casi todos, un trío amenizaba el rato cantando habaneras, cumbias. Al recorrer las mesas pasando la gorra, el... líder del grupo se paró con nosotros y al escuchar nuestro acento español de España nos dijo: "Españoles... yo sé lo que es la libertad. Una vez estuve en Tenerife una semana porque allí vive mi hermana y viví libre. Yo sé lo que es la libertad mi hermano".

Una semana libre. Y aquel profesor de solfeo que se ganaba la vida con propinas moviendo las maracas nos lo contaba como una experiencia única.